Marcelo Luján: Subsuelo. Madrid: Salto de página, 2015. 236 páginas.
Hay una finca en la meseta castellana en la que se masca la tragedia. Varias familias de amigos y conocidos se han reunido para matar la monotonía estival en torno a un asado y buenas dosis de bebidas.
Los hijos mellizos adolescentes de los anfitriones, Fabián y Eva, tontean al atardecer con el hijo universitario de una pareja invitada, Javier.
A Javier le gusta Eva. Mucho. Así que cuando los padres les proponen que conduzcan hasta la gasolinera a buscar hielo, Javier no duda en dejar manejar el auto a Eva, a pesar de que no tenga carné, no tenga experiencia y sea de noche en un camino de tierra.
Eva choca contra un camión en el cruce con la nacional. Javier muere y Fabián queda parapléjico.
Eva sale mejor librada, una cicatriz en la frente y una hábil maniobra para que no parezca la conductora. Es preferible mantenerlo en secreto. Sólo su madre, Mabel, y su hermano lo saben.
Su madre es una emigrante argentina que llegó huyendo de la represión militar hace lustros, sufriendo un continuo remordimiento por lo que no hizo y temiendo siempre lo peor para sus hijos.
Fabián, el mellizo tullido, es un ser cruel, un pervertido que vive chantajeando a su hermana y que no está dispuesto a que nadie descubra la verdad de lo sucedido para poder conservar el poder sobre los implicados.
Cuando aparezca en la finca Ramón, el hermano mayor de Javier, dispuesto a esclarecer los puntos oscuros de la versión de la familia, el odio latente entre los mellizos estallará en una guerra de exterminio.
En Subsuelo Marcelo Luján nos invita a presenciar una tragedia de hechuras clásicas. Como en la tragedia clásica, el público conoce desde el principio el drama que ha desencadenado la acción. El resto de la narración mostrará las consecuencias de ese suceso. Luján muestra cómo éste ha sacado a la superficie aspectos retorcidos de la personalidad de cada actor. Le interesa que veamos las marcas psicológicas que los llevarán al desenlace final. El narrador hace saltos temporales para ir definiendo los talantes de los personajes, hace acotaciones sobre lo que les pasará en el futuro y ellos ignoran. Como si fuera un coro.
También como en la tragedia clásica los hijos pagan los pecados de los padres. La madre vive torturada por lo que, por inercia y miedo, dejó de hacer cuando pudo y por las funestas consecuencias que tuvo. La ultraprotección de sus gemelos, para impedir que algo parecido se repita, ha resultado en una pareja temible: un ser sádico y artero, el macho, y otro pusilánime y rencoroso, la hembra. El intentar alejarlos de las consecuencias de sus acciones sólo tendrá como resultado que tengan una excusa para poder destruirse.
Por debajo del drama, en el subsuelo de la finca, el extermino es también la ley. Horadando el terreno sobre el que actúan los protagonistas vive la gran colonia de hormigas que ignora que en la superficie otros seres han decidido su desaparición ineluctable y tampoco podrán hacer nada para cambiar sus suerte.
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Marcelo Luján, Buenos Aires, 1973. Vive en Madrid desde 2001 donde trabaja como coordinador de eventos culturales y de talleres de creación literaria.
Entre sus novelas negras:
La mala espera. Madrid: EDAF, 2009 (premio ciudad de Getafe de novela negra, 2009)
Moravia. Barcelona: El Aleph, 2012.
Subsuelo. Madrid: Salto de Página, 2015. Premio Dashiell Hammett 2016 de la semana negra de Gijón. Premio Novelpol 2016. Premio Santa Cruz de Tenerfife 2016.
No conocía esta novela y al autor solo de nombre. Pero me resulta interesante.
ResponderEliminarUn abrazo.
Espero que te guste, está muy lejos de los modelos al uso.
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