David Llorente: Te quiero porque me das de comer

Llorente, David: Te quiero porque me das de comer. Barcelona: AlRevés, 2014. 317 páginas.


El barrio de Carabanchel vive en una profunda crisis económica y social en el año 1993.
Maximiliano Luminaria es un adolescente estudiante de medicina. Es un cráneo privilegiado, asombro de profesores y condiscípulos. Max Luminaria es un sádico que disfruta torturando a pequeños animales y que pronto comprueba el placer de matar a seres humanos. Max Luminaria es un impotente sexual y un psicópata al que se bautiza como el Asesino de la Moneda: el asesino en serie más temible de la historia de España; con preferencia por las jugosas niñas pequeñas.
Tristán Gopegui es un periodista del Diario 363. A él se le ha ocurrido el nombre de Asesino de la Moneda. Ha hecho nacer la leyenda. Max Luminaria le envía cartas anunciándole donde se pueden encontrar los cadáveres de sus víctimas. Tristán Gopegui está entregado a engrandecer la historia del asesino.
Casimiro Balcells es el detective encargado del caso del psicópata de Carabanchel. Casimiro Balcells es un humano autodestructivo, consumidor de alcohol y otras drogas, depresivo que no sabe cómo enfocar sus tendencias homosexuales. Casmiro Balcells está enamorado del joven actor Joe Foster. Intenta no perderse ninguna de las funciones en las que actúa.
Marcelo Saravia es un mafioso de poca monta al que su mujer, Susana Coelho, ha echado de casa por liarse con otra vecina del barrio. Marcelo Saravia se convierte en un homeless y en un matón cobrador de deudas. Pero su obsesión es recuperar a su hija pequeña.
Denís Bodiroga es un joven inmigrante al que un desconocido ha empujado ante el paso de un convoy del metro. A Bodiroga le han amputado las dos piernas y ha caído en una profunda depresión. Pero Bodiroga consigue recuperarse volviendo a trabajar en lo que le gusta: dirige un gimnasio en el que forma a campeones de culturismo.
Los profesores y alumnos del I. B. Sebastián Oller viven el día a día de los cambios de Carabanchel. Conocen el clima de violencia y segregación del barrio. Lo conocen y lo protagonizan. En el I. B. Sebastián Oller hay humanos crueles entre los profesores y entre los alumnos. Y angustiados e inadaptados y con carencias afectivas. En el I. B. Sebastián Oller hay lo mismo que en cualquier plaza de Carabanchel.

El barrio de Carabanchel vive en una grave crisis económica y social en el año 2003.
Max Luminaria es uno de los más brillantes cirujanos del país. Respetado y admirado en el barrio, se mueve en los ambientes populares dejando pruebas de su bonhomía. Todos deban alguna vida al doctor Luminaria. Y el Asesino de la Moneda se las cobra. Decenas de víctimas de las que Max conserva algún despojo en su casa, en su nevera.
Tristán Gopegui es el redactor jefe de local de El País. Buena parte del éxito en su carrera se la debe al Asesino de la Moneda, pero ha sido incapaz de descubrir su identidad.
Casimiro Balcells está a punto de arrojar la toalla. Habla con su jefe. Dimite. El detective Balcells se siente incapaz de detener al Asesino de la Moneda. Incapaz de resistir un barrio en el que el mercado de la droga y la miseria han destruido la solidaridad entre los pobres. Casimiro Balcells quiere volver a ver a su amor de toda la vida, el actor Joe Foster, y redimirse.
Marcelo Saravia ha salido de la cárcel por el intento de secuestro de su hija hace diez años. Ahora se dedica a trabajar como chulo putas para el Montenegrino. Sigue obsesionado por recuperar a su hija.
Los profesores y alumnos del I. B. Sebastián Oller son el reflejo de la vida del barrio: segregación racial, violencia y desasosiego. Unas cuantas de las víctimas del Asesino de la Moneda han pasado por las aulas de I. B. Sebastián Oller.

David Llorente analiza el cambio en la sociedad de un barrio a lo largo de un decenio. Una multitud de personajes con vidas interrelacionadas van evolucionando, madurando, decayendo. El nexo que los une es su pertenencia al barrio de Carabanchel. Los crímenes del Asesino de la Moneda son sólo una muestra terrorífica del ambiente de violencia e incertidumbre que envuelve Carabanchel. Lo que le interesa a Llorente es mostrar la transformación de sus personajes, cómo están determinados por el deterioro en la vida del barrio (que ya parte de niveles muy bajos de calidad) y cómo sus relaciones determinan ese deterioro.  El caso de los asesinatos planea sobre toda la novela, pero el interés no está en la pesquisa, sino en las vidas de esa abundancia de personajes, en ir más allá de un momento anecdótico con principio y final y ofrecer dos catas temporales de muchas vidas simultáneas.
Para describir la vida y tribulaciones de esta gran cantidad de protagonistas, muchos más de los que he hablado arriba, que entran y salen de la historia dejando más o menos poso, Llorente hace que un demonio cojuelo omnisciente converse con un segundo actor que a veces le requiere aclaraciones, profundizaciones, cambios en la perspectiva. Son dos voces misteriosas, notarios de la realidad de los personajes y de la vida del barrio y del país. Junto a las acciones de los intérpretes de la novela enumeran diferentes listados que, por un lado, fijan temporalmente la acción (resultados de elecciones, series de la televisión, películas de cine…) y por otro construyen un vademécum en diferentes secuencias de enfermedades psíquicas, consecuencias médicas del consumo de estupefacientes o mil cosas más.
Esta compleja y original estructura narrativa en el género negro español es manejada con mucha habilidad por Llorente. Un ritmo mantenido, sin altibajos, a pesar de los cambios constantes de personajes y de las digresiones. Agilidad que se debe al torrente narrativo de estas vidas cruzadas. La historia de cada uno de los protagonistas está llena de miseria, de interés y de humanidad.  El inasible Asesino de la Moneda es sólo la excusa que da cuerpo a todas estos cuentos cotidianos.

www.davidllorenteoller.com
David Llorente, Madrid, 1973. Escritor de obra narrativa y teatral. Sus piezas teatrales han sido interpretadas, bajo su dirección, en casi todos los países del centro y el este de Europa. Es el creador del grupo teatral Séptimo miau.
Entre sus novelas,
Kira, Zaragoza: Zócalo, 1998
El bufón, Zaragoza: Onagro, 2000
Ofrezco morir en Praga, Zaragoza: Onagro, 2008


Antonio Manzini: La costilla de Adán



Antonio Manzini: La costilla de Adán. Barcelona: Salamandra, 2015. 252 páginas. Traducción del italiano de Regina López Muñoz y Julia Osuna Aguilar. La costella d'Adam. Barecelona: Salamandra, 2015. 254 páginas. Traducció per Anna Casassas. Título original: La costola di Adamo. Palermo: Sellerio Editore, 2014.

El subjefe de la brigada móvil Rocco Schiavone se arrastra por su destierro en Aosta. Trasladado a las montañas del norte desde su amada Roma por tomarse la justicia por su mano, el subjefe Schiavone aguanta el gélido clima y el ambiente provinciano sumergiéndose –a su manera- en el trabajo y en la contemplación de jóvenes bellas de la pequeña ciudad.
A Rocco Schiavone le asignan un caso. La empleada doméstica Irina, ha encontrado a una de sus empleadoras colgando ahorcada de un alambre en el salón de su casa. Ester Baudo es la víctima de un burdo simulacro de suicidio: hay demasiados detalles obvios que apuntan al homicidio. El subjefe Schiavone se tomará el caso como una cruzada personal: la víctima parece haber sufrido malos tratos continuados, así que hay que investigar los manejos del marido de Ester, Patrizio Baudo: un tipo mediocre que no parece capaz de hacer daño a una mosca.
Pero es que, además, alguien parece haber aprovechado el crimen para llevarse alguna pieza valiosa de casa de los Baudo. El subjefe Schiavone cree que si encuentra lo robado podrá tirar del hilo hasta llegar al asesino. Prepara la celada. Sus métodos no son del todo reglamentarios, pero Rocco Schiavone no necesita que nadie le recuerde como hay que resolver un caso. De hecho, sus expeditivas maneras van a volver a ser requeridas en Roma para resolver otro entuerto macabro. Parece que la forma en que resolvió el crimen de un violador de niñas hace años no fue definitiva. El violador ha vuelto a actuar y una cuadrilla de viejos camaradas cuenta con él para zanjar de una vez por todas el asunto. De una manera confidencial y categórica.
El subjefe Schiavone está encantado de erigirse en juez y ejecutor. Él decidirá quién es el criminal y cuál es la pena que debe pagar. En ambos crímenes.

Manzini construye su relato con un puñado de personajes sin aristas. Responden a sus papeles en la obra para que todo fluya hacia un final con pequeña sorpresa. Son marionetas guiadas sin capacidad de salirse de su cometido, sin personalidad propia. Interesa que sirvan para plantear la moraleja: un cuento-denuncia de la violencia de género (con escasos sobresaltos y poca chicha).
Manzini hace que su narrador se centre en exclusiva en la figura del subjefe Manzini, un personaje al que intenta dotar de un alto sentido de la responsabilidad social, pero al que hace aplicar de manera arbitraria el poder que le ha sido concedido como policía. No se aviene con las garantías del estado de derecho cuando le entorpecen la investigación y decide a quién se le aplica justicia y a quién venganza. De hecho, Manzini ha creado un personaje casposillo que se tiene por defensor de desvalidas mujeres pero cuya conducta hacia sus compañeras (y el resto de las mujeres que aparecen en la novela) y comentarios machistas son el caldo de cultivo de actitudes de menosprecio y abusivas hacia quien cree defender. Combate aquello que ayuda a mantener. Para ejemplo, una reflexión del subjefe cuando las temperaturas comienzan a ascender en Aosta al principio de la primavera y rememora la estación en Roma:

“Hay que abrigarse, pero es bonito pasear por Roma en marzo … Miras a tu alrededor y te das cuenta de que las mujeres ya la han advertido. La primavera. Lo saben mucho antes que tú. Un buen día te despiertas, sales de casa y las ves. Por todas partes. Acabas con tortícolis de tanto mirarlas. No se entiende donde se habían metido todo ese tiempo… En primavera ya no hay flacas ni gordas, no hay callos ni bellezas. En primavera en Roma sólo tienes que pararte y observar el espectáculo…Y darle gracias a Dios por ser hombre. ¿Sabes por qué? Porque tú no alcanzarás ese grado de belleza en tu vida, y cuando te hagas viejo no tendrás mucho que perder. Pero ellas sí. Todos esos colores se apagarán un día, se evaporarán, como el cielo de esta puta ciudad, que casi nunca se ve. La vejez es algo espantoso. La vejez es la venganza de los feos…Y mientras las contemplas desde tu banco, piensas que algún día también esas criaturas dejarán de reconocerse cuando se miren al espejo… Las mujeres no deberían envejecer nunca.” (103)

Lástima que Manzini no haya querido crear un personaje paradójico para exponer la ruindad sexista y homófoba del aparato policial. Pero, incluso de manera involuntaria, el testimonio escrito deja el rastro de la miseria de la época en la que se plasmó.
 
www.rowohlt.de

Antonio Manzini, Roma, 1964. Actor y director de cine. Ha escrito varias novelas, entre ellas la serie del policía del valle de Aosta, Rocco Schiavone. Salamandra ha publicado la primera en castellano: Pista Negra. Barcelona: Salamandra, 2014.
 

Ross Macdonald: La Wycherly

Ross Macdonald: La Wycherly. Barcelona: Navona, 2015. 365 páginas. Traducción del inglés (USA) de Eduardo Hojman. Título original: The Wycherly Woman, 1961. 

 
El multimillonario Homer Wycherly ha vuelto a su mansión de Meadow Farms tras una singladura de varios meses. Una angustiosa noticia le espera: nadie sabe nada de su hija Phoebe, de veintipocos años. Parece que la tierra se la haya tragado. Ni la más mínima señal de vida desde que él zarpó. Homer Wycherly decide contratar los servicios de un investigador privado para encontrar a Phoebe. Lew Archer deberá ser discreto para evitar escándalos que puedan perjudicar a los negocios de Wycherly. Nada de policía, nada de prensa, y nada de ponerse en contacto con la madre de Phoebe, Catherine. El divorcio entre los Wycherly no fue precisamente amistoso. Su contratador no quiere saber nada de su exmujer.

Lew Archer comienza su investigación intentado establecer lo que sucedió el último día que la familia estuvo junta, a bordo del buque en que partió Homer Wycherly y en el que Catherine montó un espectáculo bochornoso. Sus pesquisas le llevan hasta el novio de Phoebe, Bobby Doncaster, al que conoció en la universidad de Boulder Beach. Y de éste a los tíos de Phoebe, Carl y Helen Trevor. Pero todas las pistas le llevan a caminos sin salida. Decide que la única manera de poder continuar su investigación es contactar con Catherine Wycherly, a pesar de la prohibición de Homer. Pero la madre de Phoebe parece haberse esfumado también, tan sólo consigue contactar con un turbio agente inmobiliario relacionado con Catherine Wycherly, Ben Merriman y con su secuaz, Stanley Quillan.

Cuando por fin consigue dar con Catherine Wycherly, se encuentra con una alcohólica depresiva que ha perdido todo su encanto y está en el momento más bajo de su existencia, arruinada y abandonada. Y Lew Archer percibe que la Wycherly guarda un secreto trágico que es la clave de lo que le ha pasado a Phoebe. De lo que le ha pasado a toda la familia. Desentrañarlo será imprescindible para aclarar todo el insano asunto. Pero es difícil hablar con alguien que parece tener la habilidad de desvanecerse en el aire.

Esta es una de las grandes novelas de Ross Macdonald. Escrita a mitad de la serie de Lew Archer, aquí aparece la figura del investigador con las caraterísticas que le acompañan en todas las novelas. Un detective privado de cuyo pasado lo ignoramos todo y de cuya vida privada apenas conocemos retazos. Aquí están también las vitudes propias de la literatura de Macdonald. La primera es ese fluir de la acción tan natural y con una cadencia continua, sin saltos ni cambios de ritmo. La trama se va desvelando progresivamente, siguiendo las andanzas de Lew Archer, sin trucos ni anticipaciones. La segunda es la carencia de florituras en su escritura. Hay descripción de la acción, diálogos relevantes y horas de machacona actividad de Archer hasta que obtener la verdad, pero todo se concentra en el avance de la acción. Al final, estas descripciones directas, este fluir de la acción como si no tuviera un objetivo predeterminado construyen una aventura contundente de un suspense creciente. Macdonald es un maestro del ritmo y de la creación de personajes realistas. Su capacidad para construir ambientes familiares podridos entre las clases altas californianas no ha tenido parangón. Y lo mejor es que las tragedias que recrea, repletas de personajes tocados por lo siniestro (revestido de la respetabilidad del poder del dinero), de protagonistas envenenados por el abandono y por la depresión, las sostienen personajes cercanos a nosotros, actores que no sobreactúan y que nos sobresaltan cuando son capaces de las más macabras artimañas para guardar las formas mientras consiguen lo que quieren.
Una maravillosa novela sin pretensiones.

hilobrow.com
Ross Macdonald, seudónimo de Kenneth Millar, Los gatos, California, 1915 - Santa Bárbara, California, 1983. Estudió en Ontario, Canadá y en la universidad de Michigan. Siendo universitario comenzó a publicar relatos en revistas pulp hasta que apareció su primera novela The Dark Tunnel (1944). En 1946 publicó la primera novela protagonizada por Lew Archer Find the Woman. La serie de Archer está compuesta por una buen puñado de recopilaciones de relatos y por18 novelas,
The Moving Target (1949) 
The Drowning Pool (1950)
The Way some People Die (1951)
The Ivory Grin (1952)
Find a Victim (1954)
The Barbarous Coast (1956) 
The Doomsters (1958)
The Galton Case (1959)
The Wycherly Woman (1961)
The Zebra-Striped Hearse (1962)
The Chill (1964)
The Far Side of the Dollar (1965)
Black Money (1966)
The Instant Enemy (1967)
The Goodbye Look (1969) 
The Underground Man (1971)
Sleeping Beauty (1973)
The Blue Hammer (1976)
Todas las obras de Macdonald han sido traducidas al castellano y algunas al catalán, entre otros, por Alianza editorial, La Magrana y RBA. Con La Wycherly, novela agotada hace mucho tiempo, editorial Navona inicia la Biblioteca Ross Macdonald.