Martín Solares: No manden flores

Martín Solares: No manden flores. Barcelona: Literatura Random House, 2016. 454 páginas.

En el Golfo de México hay una ciudad llamada La Eternidad. Hasta hace unos pocos años era un bonito y medio tranquilo pueblo de veraneo en la costa. Hasta que estalló la guerra entre bandas. 

La Eternidad estaba acostumbrada a que los Viejos del Tigre Obregón se mataran con los de la Cuarenta, o con los las Tres Letras, o que todos lucharan contra los del Sindicato de Petroleros y su "líder moral", el poderoso cacique Agustín Fernández Vallarta. Pero La Eternidad sabía que mantendrían un cierto equilibrio. Que no asfixiarían hasta la muerte a la población.
Cuando llegaron Los Nuevos la cosa se torció. Los métodos, las víctimas y los objetivos cambiaron. Cualquier atisbo de seguridad desapareció; las fuerzas policiales, acostumbradas a contemporizar con las diferentes fuerzas en litigio, perdieron toda su capacidad de contrapeso. El terror desoló La Eternidad.

Rafael de León es uno de los potentados de La Eternidad, tal vez el más rico. Alguno de sus enemigos ha secuestrado a su hija adolescente Cristina. Las horas pasan y no hay noticias. No hay que recurrir a la policía local, podría estar implicada: su jefe, el comandante Margarito es tan peligroso e ilegal como cualquiera de los otros líderes bandidos. Rafael de León se pone en manos de Don "El Pato" Williams, el cónsul de los USA en La Eternidad. Otro oscuro personaje para la lista, experto en contrainformación y en tejemanejes en la sombra.

Don Williams lo tiene claro: sólo hay un hombre capaz de encontrar a Cristina de León. Un expolicía al que sus compañeros vapulearon hasta casi la muerte por encontrar al culpable de una serie de crímenes que no era el que convenía a su jefe, el comandante Margarito. Ese hombre es Carlos Treviño. Retirado desde hace unos cuantos años en un pueblo playero. Él es el único capaz de lograr que no se malogren las pistas, que puede conseguir que los testigos hablen, que alguna de las bandas consienta en negociar, cuando él desapareció la corrupción todavía no utilizaba de forma metódica el terror. Todavía hay quien le recuerda con respeto. Y también hay quien le odia hasta la muerte.

Treviño no le dejan otra opción que aceptar el caso y, en compañía del Bus, el jefe de seguridad de de León, comienza a buscar a los secuestradores, hay que encontrarlos antes de que pasen demasiadas horas: un par de días suele ser el plazo que aguantan con vida los rehenes.
Treviño consigue mucho más que la policía, pero conforme avanza en la búsqueda y descarta sospechosos entre los cárteles rivales, recibe más agresiones y amenazas de las que un ser humano puede aguantar. Malherido y al borde del colapso, comprende que todo su periplo por el mundo de las bandas le ha llevado hasta el punto de partida y de que allí le acecha su viejo enemigo: el comandante Margarito.

Pero Margarito tiene otras preocupaciones, Treviño es sólo una mosca cojonera y él está en medio de una batalla campal. El nuevo equipo municipal lo va a sustituir en breve. La persona que lo relevará no le tiene precisamente simpatía, es su hijo.
Margarito sabe que conseguir una jubilación tranquila y relajada, sin problemas legales, pasa por tapar algunos de los viejos asuntos y por acabar de atar un par de cabos sueltos importantes. Nada que no lleve haciendo los últimos treinta años.
Sin embargo, Margarito no cuenta con que algunas de sus muchas enemistades lo conocen bien y son capaces de cualquier cosa para acabar con él.
Mientras Treviño intenta hallar el paradero de la heredera Cristina de León, Margarito intenta conseguir un poco de tiempo para liquidar unos cuantos asuntos antes de que los asuntos lo liquiden a él. Los caminos de ambos volverán a cruzarse.

Martín Solares construye esta novela en torno a dos protagonistas. En la primera parte el narrador enfoca a Carlos Treviño. Se vale de su retiro de unos cuantos años y su vuelta a la ciudad para describir los angustiosos cambios que La Eternidad, todo el Golfo, ha sufrido en los últimos tiempos. Treviño descubre como, tras la enorme burbuja turística que hizo que la población se multiplicara, aparecieron los que querían beneficiarse de los nuevos filones: la construcción y el tráfico de drogas. Treviño se encuentra con el silencio donde antes había algo de comunidad, con el terror más absoluto donde antes había algún atisbo de ganas de vivir, con el beneficio económico donde antes había un poco de política. Si la situación era terrible y corrupta cuando a él estuvieron a punto de asesinarle, ahora es invivible: nadie en la calle, comercios que cierran en las horas más productivas, policía desaparecida en el mejor de los casos...
Y así en todos los pueblos que Treviño recorre en la desolada tierra del Golfo. Su pesquisa, interrogando a cuantos se ponen a su alcance, entrando en los círculos más peligrosos y conociendo de primera mano todas las clases sociales, desde los grandes empresarios y caciques de los cárteles hasta los proletarios de las bandas y de las empresas de seguridad, pasando por todos los profesionales mal pagados, desesperanzados y temerosos y los trabajadores esclavos, da como resultado un cuadro general de la deteriorada situación social del Golfo de México. Una ambición propia de la novela negra la de desentrañar los mecanismos de la violencia y el poder en la sociedad. Una ambición cumplida en No manden flores.
El comandante Margarito es el protagonista enfocado en al segunda parte de la novela. Martín Solares lo utiliza para contar la historia de la corrupción desde dentro: cómo se han formado las fuerzas que han llegado al poder en nuestros días. A través de sus recuerdos demuestra que la violencia y el terror existían mucho antes de que México se convirtiera en, primero, la ruta internacional de droga más importante y, después, en el gran productor de estupefacientes de los USA. La droga y el dinero del ladrillo no hicieron sino agravar el problema debido al elevadísimo valor del botín.
Treviño es, por tanto, el observador involucrado pero exterior que testifica a través de su investigación el desplome de la sociedad mexicana; Margarito es el actor responsable de esta decadencia: pelele a veces y manteador otras.
Y todo este proyecto está basado en una capacidad de contar magistral: un ritmo imparable, con dos historias diferentes que van creciendo y se complementan, espléndidos flashbacks sobre el pasado de Margarito y una creación de suspense tal como requiere la novela policial. Una cantidad enorme de personajes creíbles trabajados con esmero, víctimas y verdugos. Todos tienen su papel relevante en esta novela. Todas las expectativas cumplidas. La ambición con premio.

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Martín Solares, Tampico, 1970.
Ha escrito libros de ensayos y libros infantiles. Su primera novela negra Los minutos negros, Barcelona: Mondadori, 2006 y Reservoir Books, 2013,  se convirtió en un éxito internacional con traducciones a varios idiomas y cosechó numerosas distinciones.


Ian Manook: Yeruldelgger. Muertos en la estepa

Ian Manook: Yeruldelgger. Muertos en la estepa. Barcelona: Salamandra, 2016, 476 páginas. Traducción del francés de José Mauel Fajardo. Título original: Yeruldelgger. Paris: Albin Michel, 2013.


El comisario de la policía de Ulán Bator Yeruldelgger es un hombre anulado por la cólera y el dolor. Fue el mejor policía de toda Mongolia hasta que secuestraron a su hija pequeña para forzarle a dejar un caso en el que estaba trabajando. La niña apareció estrangulada cuando Yeruldelgger se negó a ceder al chantaje. Como consecuencia su mujer desapareció sin dejar rastro. Su otra hija adolescente también lo ha abandonado: lo odia por ser incapaz de defender a su familia, por anteponer el trabajo a la vida de sus hijos.
Yeruldelgger sigue en la policía, es un investigador eficiente, aunque está muy lejos de ser el mítico comisario adiestrado en las doctrinas y técnicas de los monjes shaolín mongoles. Vive en la yurta de una compañera de trabajo, la forense Solengo, y ha creado un grupo de confianza con la joven agente Oyún y el también principiante Billy.
Yeruldelgger tiene ahora dos casos ente manos. Por un lado, unos nómadas han encontrado el cadáver de una niña occidental que fue enterrada viva hace unos años en mitad de la estepa. Por otro, en Ulan Bator se ha hallado una buena pila de cadáveres: tres chinos han sido brutalmente asesinados, emasculados y exhibidos junto a los cadáveres de unas prostitutas mongolas.
Las pesquisas sobre la pequeña pasan por la búsqueda de sus padres, unos turistas que nunca salieron del país. Todo indica que la muerte de la niña fue consecuencia de una atropello con un quad que alguien quiso dejar en secreto.
El caso de los chinos parece más complicado, una banda de ultranacionalistas mongoles nazis tiene todo los números para ser considerada culpable, pero la intervención extemporánea de la embajada de la todopoderosa China dificulta las investigaciones y el jefe de Yeruldelgger, que se hace llamar Mickey y al que nadie respeta en la comisaría, aunque casi todos lo teman, quiere acabar con el caso por la vía rápida. Por si fuera poco, la hija adolescente de Yeruldelgger, Saraa es la coartada del principal sospechoso, Adolf, el líder de la banda: Saraa jura que ha pasado la noche de la hecatombe con él, sexo, drogas y alcohol.

Yeruldelgger es apartado del caso por su jefe, alegando las muchas implicaciones personales del comisario y porque sus métodos con los testigos son sanguinariamente expeditivos.

Pero las órdenes de un petimetre corrupto no son algo que preocupe a un buen policía: envía a Oyún tras la pista de los neonazis mongoles y al rescate de su hija y él comienza la caza del atropellador de la niña.

Ambos casos van mostrando puntos en común: siguiendo los puntos aparece la efigie de uno de los magnates más poderosos de Mongolia, Erdenbat. El suegro de Yeruldelgger. Pero para enfrentarse a tamaño enemigo el comisario debe dejar atrás todo el lastre del trágico pasado que le provoca el dolor, la cólera y la desesperanza que le aniquilan las fuerzas. Encontrarse a sí mismo le obliga a un retiro debido al que vuelve a desamparar a sus compañeros y a sus seres queridos. Su enemigo es más poderoso de lo que él cree: tal vez para cuando consiga recomponer su figura heroica ya sea demasiado tarde para todos los que ama.

Ian Manook ha construido en Yeruldelgger una gesta exótica con elementos del western. Yeruldelgger es un héroe que ha ido más allá de lo razonable en el cumplimiento de su deber. Esta desmesura lleva implícita una venganza psicológica: el dolor anula su capacidad policial y le hace incapaz de expresar sus sentimientos. Hasta aquí los elementos de cualquier carácter heroico. Yeruldelgger tiene la capacidad de redimirse, de volver a la tradición que lo forjó e hizo de él el hombre que es. Y digo el hombre porque los valores masculinos son los que dominan esta historia si estamos dispuestos a admitir que la capacidad de vengarse con violencia, a lo Peckinpah, la glorificación de la fuerza muscular (no espere que aparezca aquí ningún juez, ni fiscal, ni -por supuesto- abogado) y la capacidad de aguantar el dolor físico y psíquico son las características de la hombría.
Yeruldelgger cabalga (literalmente) por las estepas mongoles y se arrastra con pesar por las destrozadas calles de Ulan Bator. Son el espejo paisajístico de los dos tipos de personajes que aparecen en la novela. Por un lado los espíritus nobles que todavía viven en la tradición, personajes que viven en comunión con la naturaleza y sus fuerzas ocultas. Por otro lado, están los enemigos que han renunciado a la pureza ancestral, han perdido su identidad y se dejan llevar por la necesidad de conseguir dinero y poder. Son los creadores de la violencia ente iguales, de la explotación, de la corrupción: de la nueva Mongolia en ruinas.
Todavía hay un tercer grupo que engloba a todos los ignorantes y miedosos que contribuyen a la decadencia contemporánea pero en los que todavía se puede avivar el rescoldo de la unidad con los antepasados y con la historia natural.
La epopeya de Yeruldelgger es un canto conservador en el sentido de que aboga por conservar los valores tradicionales mongoles remarcando sus partes positivas y armoniosas.
El narrador muestra lo que considera los aspectos más llamativos de la cultura mongol para un occidental introduciéndolos sin brusquedad, sin que parezca una guía de viaje, creando un ambiente que explique las acciones de sus personajes y, por otro lado, propone un juego posmoderno en el que explica la deformidad con que la sociedad mongol ha retraducido lugares comunes de la historia contemporánea occidental: la manera en que han vaciado de contenido los terribles símbolos fascistas es una de los guiños más estremecedores de la novela.
El final abierto de la novela presagia nuevas cabalgadas de Yeruldelgger, todavía hay muchos cabos que atar y villanos a los que dar su merecido.

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Ian Manook es el alias de Patrick Manoukian, Meudon, 1949, Estudió derecho y ciencias políticas antes de ser periodista del Figaro, entre otros medios y editor de libros de viaje Es, sobre todo, viajero desde los 18 años.
Además de Yeruldelgger (premio SNCF de novela negra en 2014), y teniendo también como protagonista al comisario mongol, ha publicadoLes temps sauvages. Paris: Albin Michel, 2015.

RÍO NOIR

Varios autores: Río Noir. Barcelona: Maresia, 2016. 301 páginas. Traducción del portugués (Brasil) de Juan Pablo Villalobos. Título original: Rio Noir, Casa da Palavra, 2014. Compilación y prólogo de Tony Bellotto.


Catorce autores con Río de Janeiro como escenario de cuentos criminales.
¿Cuáles son los rasgos distintivos que diferencian la ciudad brasileña de otras macrourbes mundiales?
Lo que destaca una buena parte de los autores es la doble vida de la ciudad: las gigantescas favelas a las que no llega el orden estatal se levantan en torno a suntuosos barrios cuyos vecinos horteras han amasado fortunas con la violencia, la especulación y la represión. Los ricos no existirían sin la masa de pobres de las favelas y no los ignoran: los políticos los utilizan para joder a sus rivales, los policías los extorsionan para aumentar sus honorarios, las ricas maduras buscan el músculo sexual del lumpen, y las fiestas millonarias se nutren de prostitutas y de drogas provenientes de las ciudades marginales. La desigualdad es la base que produce la violencia social y familiar y ese es el carburante de la literatura negra.
Los cuatro primeros cuentos se fijan en estas relaciones entre las clases pudientes -con sus brazos armados- y el poder del gueto. La moraleja de los cuatro cuentos es que que la solidaridad entre diferentes clases sociales es imposible, cuando cambien los intereses cambiarán las alianzas. El más redondo, por complejo, de estos relatos es de Guilherme Fiuza: RJ-171.
Pero la selección no quiere sólo mostrar esta realidad, se centra también en las pobres clases medias cariocas y en cómo sobreviven a esta ciudad enloquecida: turistas cocainómanas que ya llevan años en la ciudad pero no comprenden ni media palabra de lo que les dicen (muy bueno el cuento de Victoria Saramago: Punto ciego, sobre la yanqui colgada que sobrevive creando una realidad paralela merced a lo que cree haber entendido), escritores que buscan la fama a cualquier precio, ayudantes de editor capaces de cualquier cosa por escalar en la lista de más vendidos y periodistas dispuestos a que la realidad no les estropee una buena historia. También hay policías tan honestos cuanto pueden que intentan que sus compañeros no se rían de ellos, y detectives privados y libreros de segunda mano, todos arrastrándose por el complicado equilibrio social de la ciudad y por la angustia económica.
Hay un segundo tema, además de la desigualdad, que construye el paisaje y los personajes. El amor. Presente en casi todas las narraciones, como detonante de la acción o como vía de escape: gigolos que se enamoran de sus protectoras (espléndido también el Maduritas Bien Conservadas de Tony Bellotto), travestís enamoradas de hombres cobardes, parejas que abandonan a sus mujeres embarazadas provocando consecuencias insospechadas, yonquis dispuestas a investigar la desaparición de sus compañeros camellos y mujeres que aman a anónimos admiradores que resultan bastante rana.
Aparte de dos relatos que indagan más en el horror psicopático - Caníbal de Ipanema de Alexandre  Fraga dos Santos- o en la deformación criminal de la ambición -La historia de Georges Fullar de Raphael Montes- las dos grandes fuerzas sobre las que se construyen los relatos de Río Negro son la desigualdad y el amor.
En todas las antologías se busca que los diferentes estilos, los argumentos variados e, incluso, la distinta intensidad de los relatos ofrezca una visión compleja del objeto a analizar. Río Noir lo consigue: hay variedad, calidad, diversión y denuncia.

Los autores: Tony Bellotto, Luiz Alfrefo Garcia-Roza, Mv Bill, Luiz Eduardo Soares, Guilherme Fiuza, Arthur Dapieve, Victoria Saramago, Arnaldo Bloch, Adriana Lisboa, Alexandre Fraga Dos Santos, Marcelo Ferroni, Flávio Carneiro, Raphael Montes y Luis Fernando Verissimo.
Los únicos con obra traducida es España creo que son Marcelo Ferroni: Método práctico de la guerrilla. Madrid: Alfaguara, 2012 
Raphael Montes: Días perfectos. Barcelona: Reservoir Books, 2015.