Mostrando entradas con la etiqueta México negro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta México negro. Mostrar todas las entradas

Don Winslow: La Frontera

Winslow, Don: La Frontera. . Madrid: Harper Collins, 2019. 957 páginas. Traducido del inglés (USA) por Victoria Horrillo Ledesma. Título original: The Border, Samburu Inc.


Después de luchar durante décadas contra los clanes sudamericanos de traficantes de drogas Art Keller, agente de la DEA, vuelve a los Estados unidos. Sus últimas acciones contra los cárteles mexicanos han sido tan sucias que se ha ganado la confianza de los políticos republicanos (saben tanto de él que podrán manejarlo a su antojo). Art Keller es nombrado director de la DEA.
Pero Keller no está dispuesto a dejarse mangonear. Tiene clara su estrategia para acabar con el tráfico de heroína, la vieja droga que ha vuelto a convertirse en el azote de los USA. Keller aboga por la legalización de la droga y por atacar a las fuentes de blanqueo de dinero de los traficantes. El problema es que eso le enfrenta a los intereses económicos blindados, protegidos por los políticos del congreso.
Además, un nuevo presidente ha llegado a la cabeza del estado americano, un histrión ultraproteccionista que quiere levantar un muro en la frontera mexicana y que no está dispuesto a oír ni a apoyar a Keller.

En México la Paz Sinaloa, consecuencia de la victoria de los Barrera sobre otros cárteles ha concluido. Los hijos de los antiguos jefes narcos han vuelto a las armas dispuestos a destruirse. Uno de los principales traficantes ha cumplido veinte años de condena y quiere recuperar lo que es suyo, y cobrarse los intereses. Rafael Caro ha vuelto a México a sacudirlo todo y no olvida quién fue el responsable de que pasara dos décadas en una prisión yanqui de alta seguridad aislado del mundo: Art Keller.
El antiguo agente de campo y ahora director de una de las agencias más poderosas del gobierno federal tiene un doble frente abierto: debe desenmascarar las conexiones económicas de los poderosos estadounidenses con el tráfico de drogas y debe volver a descabezar la hidra eterna de los cárteles: dos frentes que no solo se toleran sino que se alimentan el uno y al otro. Y que tienen otra cosa en común: quieren a Art Keller muerto.

Cierra Don Winslow el deslumbrante ciclo de la historia contemporánea del tráfico de drogas en América con esta novela. La Frontera tiene los mejor del Poder del Perro y El Cártel. Vuelve el narrador a fijar su atención en una plétora de personajes, cada uno de ellos una cara o una víctima del tráfico ilegal de drogas.
Ahora Winslow da la voz a los pequeños criminales cuya única forma de supervivencia es el trapicheo, y a los yonquis, despreciados por la sociedad y la política. Y a los niños inmigrantes, perseguidos por las maras y otras bandas y por los aparatos de represión de los movimientos fronterizos (auténticos negocios privados en los USA) y otra vez a los periodistas, asesinados, apaleados en México y mangoneados por el poder en el vecino del norte hasta convertirlos en caricaturas a ellos y a su oficio.
Y en esta última entrega Winslow ha decidido denunciar a Donald Trump y su abyecta cohorte reflejándolo en el personaje del presidente norteamericano de su novela, no hay interés en acabar con el tráfico de drogas, sino en mantener viva una guerra que produce enormes dividendos económicos que benefician a los millonarios dispuestos a dejarse corromper. Y dice Winslow que estos lo tienen muy fácil con la nueva administración.

Hay mucha tragedia en esta soberbia trilogía, obra maestra de la novela policial del siglo XXI, decenas de tramas armadas con habilidad para mantener la atención del lector y que la concentración no se diluya.
Winslow es un maestro y estas tres novelas pasarán a ser un documento lúcido de cómo vivimos durante el siglo XX. Esperemos que los lectores del futuro crean que todo esto es solo una imaginativa creación de un escritor bien dotado.

Don Winslow, New York, 1953. Estudió historia de África y periodismo en la Universidad de Nebraska. Vivió durante mucho tiempo en Sudáfrica antes de instalarse en Nueva York, donde trabajó como regente de salas de proyección de cine y como detective privado para acabar dedicándose en exclusiva a la escritura de novelas policíacas.

www.newsweek.com
De sus dieciocho novelas se han traducido las siguientes:
El poder del perroBarcelona, Random House, 2008.
El invierno de Frankie MachineBarcelona, Roca editores, 2010.
L'hivern de Frankie Machine. Barcelona, Columna, 2010
SalvajesBarcelona, Roca editores, 2011.
Muerte y vida de Frankie MachineBarcelona: Reservoir Books, 2011.
SatoriBarcelona, Roca editores, 2011.
El club del amanecerBarcelona: Ediciones Martínez Roca, 2012.
Los reyes de lo coolBarcelona: Reservoir Books, 2012.
Un soplo de aire frescoBarcelona: Ediciones Martínez Roca, 2012.
La hora de los caballerosBarcelona: Roca ediciones de libros, 2013.
Tras la pista del espejo de Buda. Barcelona: Reservoir Books, 2014.
En lo más profundo de la meseta solitaria. Barcelona: Reservoir Books, 2015.
El Cártel. Barcelona: RBA, 2016.
Corrupción policial. Barcelona: RBA, 2017.
La Fontera. Madrid: Harper Collins, 2019.

Élmer Mendoza: Besar al detective.

Élmer Mendoza: Besar al detective. Barcelona: Literatura Random House, 2016. 254 páginas.


El Zurdo Mendieta anda investigando el asesinato de un adivino. En el estado de Sinaloa han encontrado el cadáver de un popular vidente acribillado a tiros. El Zurdo sabe que sus contactos en el mundo del narcotráfico le pueden ayudar a aclarar el extraño caso. Y de lo que se entera a continuación es de que la guerra entre cárteles acaba de librar otra batalla delante de sus narices.
A la capisa del cártel del Pacífico, Samantha Valdés, con la que el Gato Mendieta ha tenido alguna que otra relación profesional en el pasado, le han tendido una emboscada. Algún rival no ha reparado en gastos y munición para liquidar a la nutrida escolta de Valdés y para acabar con la capisa.
Pero Samantha Valdés es un hueso duro de roer. Custodiada por la Policía Federal en uno de los hospitales de Culiacán y asediada por los sicarios contratados para acabar con lo empezado en el atentado, la capisa se recupera lentamente mientras prepara su huida.
Su plan pasa por utilizar al Zurdo Mendieta para que le ayude, pero algo sale mal en la fuga y en mitad de la operación se desata una tremenda balacera en la que la colaboración del Zurdo con el cártel se hace evidente.
Edgar Mendieta es ahora un proscrito, objetivo de las fuerzas del orden legal y del orden ilegal. Recibe una noticia de Los Ángeles, la ciudad donde viven su exmujer y su hijo. Jason Mendieta, que estudia para policía para emular a su padre, ha desaparecido, todo apunta a que se trata de un secuestro por venganza. El Zurdo decide desplazarse a California con el apoyo del cártel del Pacífico para encontrar a su hijo. Pero en la ciudad angelina se encontrará con un dilema que debe resolver en el mínimo tiempo posible: la DEA le ofrece su colaboración si él les ayuda a detener a la escurridiza señora Valdés.

Élmer Mendoza vuelve a utilizar la figura del Zurdo Mendieta para describir la situación caótica y sin garantías legales en la que se encuentra México. En este caso el poder del dinero de la droga ha llegado también a los USA y los métodos de los policías californianos ya no se distinguen de los turbios manejos de las fuerzas estatales del otro lado de la frontera. Lo importante es el fin y los medios pueden ser cualesquiera.
Esta falta de valores éticos es lo que Mendoza quiere subrayar a través de su técnica narrativa. Casi toda la novela es un conjunto de diálogos concatenados, sin separaciones convencionales con guiones o acotaciones por personajes, con abundantes coloquialismos y giros conversacionales. El escritor deja que los protagonistas construyan la acción a partir de sus pláticas con los otros y de sus acciones, reduciendo el papel del narrador al mínimo posible: poco más que describiendo las acciones objetivas del entorno. Hay que adentrarse en los pensamientos de los personajes y en sus acciones a través de sus relaciones con los demás y contemplar como los límites que el lenguaje hablado impone: las fórmulas de tratamiento, los lugares comunes sentimentales, etc... van conformando a los actores.
Es una fórmula eficaz si se trata con la maestría con la que lo hace Mendoza en Besar al detective. Requiere una cierta dosis de concentración por parte del lector, eso es lo que busca Mendoza: no se trata de enumerar hasta la pérdida de sentido los crímenes y los males del país (& USA) si no de contemplar como se forma y se transforma la moral de los ejecutantes, que son a la vez víctimas y responsables de lo que acontece. 

zetatijuana.com
Élmer Mendoza, Culiacán, 1949. Catedrático de literatura en la universidad autónoma de Sinaloa, ha recibido numerosos premios por sus novelas. Es uno de los principales escritores que han abordado en profundidad el efecto del narcotráfico en la sociedad mexicana.





Entre sus novelas, las protagonizadas por Edgar el Zurdo Mendieta
Balas de plata. Barcelona: Tusquets, 2008. Premio Tusquets de novela
La prueba del ácido. Barcelona: Tusquets, 2010.
Nombre de perro. Barcelona: Tusquets, 2012.
Besar al detective. Barcelona: Literatura Random House, 2016.

Y otras:
Un asesino solitario. Barcelona: Tusquets, 1999.
El amante de Janis Joplin. Barcelona: Tusquets, 2001.
Efecto Tequila. Barcelona: Tusquets, 2004. Finalista del premio Dashiell Hammett.
Cobrárselo caro. Barcelona: Tusquets, 2005.
El misterio de la orquídea calavera. Barcelona: Tusquets, 2014.




Martín Solares: No manden flores

Martín Solares: No manden flores. Barcelona: Literatura Random House, 2016. 454 páginas.

En el Golfo de México hay una ciudad llamada La Eternidad. Hasta hace unos pocos años era un bonito y medio tranquilo pueblo de veraneo en la costa. Hasta que estalló la guerra entre bandas. 

La Eternidad estaba acostumbrada a que los Viejos del Tigre Obregón se mataran con los de la Cuarenta, o con los las Tres Letras, o que todos lucharan contra los del Sindicato de Petroleros y su "líder moral", el poderoso cacique Agustín Fernández Vallarta. Pero La Eternidad sabía que mantendrían un cierto equilibrio. Que no asfixiarían hasta la muerte a la población.
Cuando llegaron Los Nuevos la cosa se torció. Los métodos, las víctimas y los objetivos cambiaron. Cualquier atisbo de seguridad desapareció; las fuerzas policiales, acostumbradas a contemporizar con las diferentes fuerzas en litigio, perdieron toda su capacidad de contrapeso. El terror desoló La Eternidad.

Rafael de León es uno de los potentados de La Eternidad, tal vez el más rico. Alguno de sus enemigos ha secuestrado a su hija adolescente Cristina. Las horas pasan y no hay noticias. No hay que recurrir a la policía local, podría estar implicada: su jefe, el comandante Margarito es tan peligroso e ilegal como cualquiera de los otros líderes bandidos. Rafael de León se pone en manos de Don "El Pato" Williams, el cónsul de los USA en La Eternidad. Otro oscuro personaje para la lista, experto en contrainformación y en tejemanejes en la sombra.

Don Williams lo tiene claro: sólo hay un hombre capaz de encontrar a Cristina de León. Un expolicía al que sus compañeros vapulearon hasta casi la muerte por encontrar al culpable de una serie de crímenes que no era el que convenía a su jefe, el comandante Margarito. Ese hombre es Carlos Treviño. Retirado desde hace unos cuantos años en un pueblo playero. Él es el único capaz de lograr que no se malogren las pistas, que puede conseguir que los testigos hablen, que alguna de las bandas consienta en negociar, cuando él desapareció la corrupción todavía no utilizaba de forma metódica el terror. Todavía hay quien le recuerda con respeto. Y también hay quien le odia hasta la muerte.

Treviño no le dejan otra opción que aceptar el caso y, en compañía del Bus, el jefe de seguridad de de León, comienza a buscar a los secuestradores, hay que encontrarlos antes de que pasen demasiadas horas: un par de días suele ser el plazo que aguantan con vida los rehenes.
Treviño consigue mucho más que la policía, pero conforme avanza en la búsqueda y descarta sospechosos entre los cárteles rivales, recibe más agresiones y amenazas de las que un ser humano puede aguantar. Malherido y al borde del colapso, comprende que todo su periplo por el mundo de las bandas le ha llevado hasta el punto de partida y de que allí le acecha su viejo enemigo: el comandante Margarito.

Pero Margarito tiene otras preocupaciones, Treviño es sólo una mosca cojonera y él está en medio de una batalla campal. El nuevo equipo municipal lo va a sustituir en breve. La persona que lo relevará no le tiene precisamente simpatía, es su hijo.
Margarito sabe que conseguir una jubilación tranquila y relajada, sin problemas legales, pasa por tapar algunos de los viejos asuntos y por acabar de atar un par de cabos sueltos importantes. Nada que no lleve haciendo los últimos treinta años.
Sin embargo, Margarito no cuenta con que algunas de sus muchas enemistades lo conocen bien y son capaces de cualquier cosa para acabar con él.
Mientras Treviño intenta hallar el paradero de la heredera Cristina de León, Margarito intenta conseguir un poco de tiempo para liquidar unos cuantos asuntos antes de que los asuntos lo liquiden a él. Los caminos de ambos volverán a cruzarse.

Martín Solares construye esta novela en torno a dos protagonistas. En la primera parte el narrador enfoca a Carlos Treviño. Se vale de su retiro de unos cuantos años y su vuelta a la ciudad para describir los angustiosos cambios que La Eternidad, todo el Golfo, ha sufrido en los últimos tiempos. Treviño descubre como, tras la enorme burbuja turística que hizo que la población se multiplicara, aparecieron los que querían beneficiarse de los nuevos filones: la construcción y el tráfico de drogas. Treviño se encuentra con el silencio donde antes había algo de comunidad, con el terror más absoluto donde antes había algún atisbo de ganas de vivir, con el beneficio económico donde antes había un poco de política. Si la situación era terrible y corrupta cuando a él estuvieron a punto de asesinarle, ahora es invivible: nadie en la calle, comercios que cierran en las horas más productivas, policía desaparecida en el mejor de los casos...
Y así en todos los pueblos que Treviño recorre en la desolada tierra del Golfo. Su pesquisa, interrogando a cuantos se ponen a su alcance, entrando en los círculos más peligrosos y conociendo de primera mano todas las clases sociales, desde los grandes empresarios y caciques de los cárteles hasta los proletarios de las bandas y de las empresas de seguridad, pasando por todos los profesionales mal pagados, desesperanzados y temerosos y los trabajadores esclavos, da como resultado un cuadro general de la deteriorada situación social del Golfo de México. Una ambición propia de la novela negra la de desentrañar los mecanismos de la violencia y el poder en la sociedad. Una ambición cumplida en No manden flores.
El comandante Margarito es el protagonista enfocado en al segunda parte de la novela. Martín Solares lo utiliza para contar la historia de la corrupción desde dentro: cómo se han formado las fuerzas que han llegado al poder en nuestros días. A través de sus recuerdos demuestra que la violencia y el terror existían mucho antes de que México se convirtiera en, primero, la ruta internacional de droga más importante y, después, en el gran productor de estupefacientes de los USA. La droga y el dinero del ladrillo no hicieron sino agravar el problema debido al elevadísimo valor del botín.
Treviño es, por tanto, el observador involucrado pero exterior que testifica a través de su investigación el desplome de la sociedad mexicana; Margarito es el actor responsable de esta decadencia: pelele a veces y manteador otras.
Y todo este proyecto está basado en una capacidad de contar magistral: un ritmo imparable, con dos historias diferentes que van creciendo y se complementan, espléndidos flashbacks sobre el pasado de Margarito y una creación de suspense tal como requiere la novela policial. Una cantidad enorme de personajes creíbles trabajados con esmero, víctimas y verdugos. Todos tienen su papel relevante en esta novela. Todas las expectativas cumplidas. La ambición con premio.

old.nvinoticias.com
Martín Solares, Tampico, 1970.
Ha escrito libros de ensayos y libros infantiles. Su primera novela negra Los minutos negros, Barcelona: Mondadori, 2006 y Reservoir Books, 2013,  se convirtió en un éxito internacional con traducciones a varios idiomas y cosechó numerosas distinciones.