Carmen Mola: La novia gitana

Carmen Mola: La Novia gitana. Barcelona: Alfaguara, 2018. 403 páginas.


Hay un grupo de policías en Madrid llamado la Brigada de Análisis de Casos, la BAC. Esta buena gente se dedica a investigar casos complicados que los policías normales no son capaces de desentrañar. No tiene comisaría  ni edificio oficial, es una pandilla medio secreta y algo chulesca. La jefa es la inspectora Elena Blanco, una adicta a la grappa y al karaoke de canciones italianas que vive destrozada por la obsesión de recuperar su hijo, secuestrado hace unos cuantos años en la plaza Mayor madrileña.
El resto del equipo está formado por un fornido policía serio y efectivo, una cachas muy mandona, una señora a punto de jubilarse que es un genio mundial de la informática y alguno más de relleno.
A la BAC le asignan la investigación del asesinato de una muchacha medio gitana que estaba a punto de casarse. El asesino se la ha cargado por el alambicado sistema de hacerle una trepanación en el el cráneo, introducirle unas larvas de moscas y esperar a que los gusanos se hartaran con su masa encefálica. ¿Un caso único de paciencia y sadismo? En absoluto, a la hermana de la víctima la mataron con idéntico sistema hace unos años, justo el día antes de casarse. Toma ya.
La cuestión es que el asesino de la primera víctima está en la cárcel condenado por unas cuantas décadas, así que, o tiene un imitador-acólito-admirador o la policía se columpió en la primera investigación.
Para añadirle un poco más de circunstancias extenuantes al caso, resulta que uno de los policías (no perteneciente a la BAC) que ha acudido primero al hallazgo del cadáver es un novato, subinspector Ángel Zárate para los amigos, cuyo mentor en el cuerpo no fue otro que el inspector Salvador Santos, el mismo que presentó las pruebas que acabaron metiendo en la trena al primer asesino. La jefa de la BAC dedice fichar para la brigada al inspector Salvador Santos para aprovechar 
1 su conocimiento del caso,
2 sus pocos escrúpulos a la hora de saltarse el reglamento y/o las leyes, 
3 sus ganas de mantener limpio el nombre de su protector (que anda un poco flojo de memoria debido a los achaques de la demencia senil) y 
3 sus capacidades sexuales, no extraordinarias, pero que suficientes para un rato de relax de tanto en tanto
En definitiva, que todos juntos, con las singulares habilidades (o incompetencias) del grupo, deben aclarar si hay uno o dos asesinos, desvelar los errores de la antigua investigación, desentrañar las razones del macabro procedimiento y de la obsesión por cargarse a las hijas casaderas de la misma familia. Se enfrentarán a  varios problemas, entre ellos que los testigos y sospechosos van cayendo como moscas (perdón por el mal gusto de la expresión) y así no hay quién tome declaración, y que cuanto pasó en el primer asesinato y en la pesquisa posterior está tan oscuro y complicado que es imposible utilizarlo para aclarar el presente.

Carmen Mola presenta una novela ideal para los que aprecien malos sádicos deformados por una infancia terrible pero capaces de engañar al personal en la vida cotidiana. Ideal también para quién no tenga ganas de romperse la cabeza construyendo la personalidad de los personajes, aquí el narrador indica lo que piensa cada personaje en cada momento y porqué piensa y actúa así. No hay lugar para interpretaciones. Un cuento con momentos gores perfecto para los que disfruten con giros de la trama no demasiado arriesgados pero que tampoco necesiten una base argumental  sólida. Una novela, en suma, para los que no hagan aspavientos ante la presencia permanente del narrador constructor y no les importe que haya contradicciones y simpleza en los personajes, para los que gocen con oscuras asociaciones macabras y anhelen los ritmos in crescendo sin demasiada velocidad y estén dispuestos a dejarse convencer por un final a tiros que tampoco es que vaya a causar un repunte de infartos de miocardio.

Carmen Mola es el seudónimo de una desconocida persona que ha conseguido que esta novela, su primera novela, sea vendida en varios países europeos con altos índices de lectura.

Claudio Giunta: Mar Blanco

Claudio Giunta: Mar Blanco. Barcelona: Alfaguara, 2018. 326 páginas. Traducción del italiano de Xavier González Rovira. Título original: Mar Bianco. Mondadori, 2015.


Alessandro Capace es un periodista freelance sin mucho éxito. Se dedica a la crítica de eventos culturales para varios medios. Se muere de hambre. Casado y con un hijo pequeño. Casado y a punto de separarse de su mujer, la hija de un potentado constructor florentino con estrechas relaciones con las altas dignidades católicas.
Capace está encantado de que le encarguen un reportaje sobre tres jóvenes florentinos desaparecidos en una isla del mar Blanco ruso. Enrico, Francesco y Fabio se apuntaron a una campaña de la Unesco para la restauración de un monasterio ortodoxo y sus valiosos iconos en el archipiélago de las Solovkí. No regresaron a su hogar en la fecha prevista y nadie sabe dar noticias, ni en Rusia ni en Italia, de su paradero.

Capace comienza por entrevistar a los familiares e íntimos. Lo único que saca en claro es que las relaciones entre el grupo de varones a los que frecuentaba el trío eran un tanto infantilabsorbente, nada inusual, en cualquier caso, entre la generación de treintañeros italianos.

Tras los primeros artículos Capace consigue fondos de uno de sus oprobiosos contratantes para investigar en el terreno el caso de los tres peterpanes. Desembarca en las Solovkí junto a la traductora, Julia, una antigua añoranza sentimental-sexual de Capace a la que ha conseguido reclutar ahora que esta ha dejado a su distinguido marido. Allí conoce a los pintorescos personajes de aquellas latitudes: los regentes del único hotel: Pavel y Lila; los monjes del monasterio -el pope que parece tener un interés no espiritual en las valiosas obras que custodia y el padre Stefan, un gigante que parece saber más de lo que cuenta-; el loco Valentin, deforme e incapaz de hablar, pero con una resistencia física incomparable y una capacidad plástica asombrosa, y su madre, que vive en la miseria y sólo está interesada en el bienestar de su hijo. Y el jefe de la isla, de todo el archipiélago, Filippov. Los Filippov tienen el poder real sobre aquellas tierras de turba y roca desde hace décadas: tanto cuando el promontorio malvivía de la pesca y la minería como cuando se convirtió en un terrible gulag soviético o incluso ahora, después de la época soviética, en la nueva Rusia.

Capace no desentraña la desaparición del trío italiano, pero consigue volver a Florencia con un jugoso botín: el diario que Enrico escribió sobre la campaña y unos enigmáticos dibujos que el tarado Valentin considera un tesoro. A partir de estos documentos Capace debe reconstruir los últimos días de Enrico, Francesco y Fabio, entonces será consciente de las fuerzas brutales del pasado que han vuelto a manifestarse.

Claudio Giunta construye su thriller apoyándose en los documentos con los que va tropezándose su protagonista. Capace es un profesional de la escritura, un periodista acostumbrado a trabajar con textos, a buscarlos e interpretarlos, así que la manera en que estos van a apareciendo y cómo van revelando su verdadero significado es lo mejor de la novela: artículos de prensa, viejos documentales, dibujos simbólicos, diarios, cartas... todo un arsenal de hallazgos que sirven para construir la trama.
El periodista Capace cuenta en primera persona sus pesquisas entre la alta y media sociedad florentina: las corrupciones habituales entre los acomodados, la ineptitud de los profesionales, la falta de valores sólidos a los que referirse, la eterna juventud sin compromisos y la diferenciación de roles de género. Y aprovecha su viaje al remoto archipiélago ruso para mostrar la crueldad de un pasado de masacres y aniquilación de los diferentes que hoy en día todavía se refleja en un odio brutal hacia los inadaptados o los distintos.
Giunta nos ofrece la visión de dos sociedades diferentes, las dos con tremendos defectos a enmendar, una más directa y brutal, la otra más sibilina y sofisticada, pero en ambas sufren los pobres y los débiles y el poder está en manos de una élite que lucha por no perderlo.



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Claudio Giunta, Turín, 1971. Profesor de literatura italiana y de didáctica de la literatura en la Universidad de Trento. Ha sido profesor visitante en las universidades de Chicago, Tokio, Sidney y Rabat. 
Ha publicado en Italia numerosos ensayos sobre literatura y arte.
Mar Blanco es su primera novela.