Varios autores: Río Noir. Barcelona: Maresia, 2016. 301 páginas. Traducción del portugués (Brasil) de Juan Pablo Villalobos. Título original: Rio Noir, Casa da Palavra, 2014. Compilación y prólogo de Tony Bellotto.
Catorce autores con Río de Janeiro como escenario de cuentos criminales.
¿Cuáles son los rasgos distintivos que diferencian la ciudad brasileña de otras macrourbes mundiales?
Lo que destaca una buena parte de los autores es la doble vida de la ciudad: las gigantescas favelas a las que no llega el orden estatal se levantan en torno a suntuosos barrios cuyos vecinos horteras han amasado fortunas con la violencia, la especulación y la represión. Los ricos no existirían sin la masa de pobres de las favelas y no los ignoran: los políticos los utilizan para joder a sus rivales, los policías los extorsionan para aumentar sus honorarios, las ricas maduras buscan el músculo sexual del lumpen, y las fiestas millonarias se nutren de prostitutas y de drogas provenientes de las ciudades marginales. La desigualdad es la base que produce la violencia social y familiar y ese es el carburante de la literatura negra.
Los cuatro primeros cuentos se fijan en estas relaciones entre las clases pudientes -con sus brazos armados- y el poder del gueto. La moraleja de los cuatro cuentos es que que la solidaridad entre diferentes clases sociales es imposible, cuando cambien los intereses cambiarán las alianzas. El más redondo, por complejo, de estos relatos es de Guilherme Fiuza: RJ-171.
Pero la selección no quiere sólo mostrar esta realidad, se centra también en las pobres clases medias cariocas y en cómo sobreviven a esta ciudad enloquecida: turistas cocainómanas que ya llevan años en la ciudad pero no comprenden ni media palabra de lo que les dicen (muy bueno el cuento de Victoria Saramago: Punto ciego, sobre la yanqui colgada que sobrevive creando una realidad paralela merced a lo que cree haber entendido), escritores que buscan la fama a cualquier precio, ayudantes de editor capaces de cualquier cosa por escalar en la lista de más vendidos y periodistas dispuestos a que la realidad no les estropee una buena historia. También hay policías tan honestos cuanto pueden que intentan que sus compañeros no se rían de ellos, y detectives privados y libreros de segunda mano, todos arrastrándose por el complicado equilibrio social de la ciudad y por la angustia económica.
Hay un segundo tema, además de la desigualdad, que construye el paisaje y los personajes. El amor. Presente en casi todas las narraciones, como detonante de la acción o como vía de escape: gigolos que se enamoran de sus protectoras (espléndido también el Maduritas Bien Conservadas de Tony Bellotto), travestís enamoradas de hombres cobardes, parejas que abandonan a sus mujeres embarazadas provocando consecuencias insospechadas, yonquis dispuestas a investigar la desaparición de sus compañeros camellos y mujeres que aman a anónimos admiradores que resultan bastante rana.
Aparte de dos relatos que indagan más en el horror psicopático - Caníbal de Ipanema de Alexandre Fraga dos Santos- o en la deformación criminal de la ambición -La historia de Georges Fullar de Raphael Montes- las dos grandes fuerzas sobre las que se construyen los relatos de Río Negro son la desigualdad y el amor.
En todas las antologías se busca que los diferentes estilos, los argumentos variados e, incluso, la distinta intensidad de los relatos ofrezca una visión compleja del objeto a analizar. Río Noir lo consigue: hay variedad, calidad, diversión y denuncia.
Los autores: Tony Bellotto, Luiz Alfrefo Garcia-Roza, Mv Bill, Luiz Eduardo Soares, Guilherme Fiuza, Arthur Dapieve, Victoria Saramago, Arnaldo Bloch, Adriana Lisboa, Alexandre Fraga Dos Santos, Marcelo Ferroni, Flávio Carneiro, Raphael Montes y Luis Fernando Verissimo.
Los únicos con obra traducida es España creo que son Marcelo Ferroni: Método práctico de la guerrilla. Madrid: Alfaguara, 2012
Raphael Montes: Días perfectos. Barcelona: Reservoir Books, 2015.
Lo que destaca una buena parte de los autores es la doble vida de la ciudad: las gigantescas favelas a las que no llega el orden estatal se levantan en torno a suntuosos barrios cuyos vecinos horteras han amasado fortunas con la violencia, la especulación y la represión. Los ricos no existirían sin la masa de pobres de las favelas y no los ignoran: los políticos los utilizan para joder a sus rivales, los policías los extorsionan para aumentar sus honorarios, las ricas maduras buscan el músculo sexual del lumpen, y las fiestas millonarias se nutren de prostitutas y de drogas provenientes de las ciudades marginales. La desigualdad es la base que produce la violencia social y familiar y ese es el carburante de la literatura negra.
Los cuatro primeros cuentos se fijan en estas relaciones entre las clases pudientes -con sus brazos armados- y el poder del gueto. La moraleja de los cuatro cuentos es que que la solidaridad entre diferentes clases sociales es imposible, cuando cambien los intereses cambiarán las alianzas. El más redondo, por complejo, de estos relatos es de Guilherme Fiuza: RJ-171.
Pero la selección no quiere sólo mostrar esta realidad, se centra también en las pobres clases medias cariocas y en cómo sobreviven a esta ciudad enloquecida: turistas cocainómanas que ya llevan años en la ciudad pero no comprenden ni media palabra de lo que les dicen (muy bueno el cuento de Victoria Saramago: Punto ciego, sobre la yanqui colgada que sobrevive creando una realidad paralela merced a lo que cree haber entendido), escritores que buscan la fama a cualquier precio, ayudantes de editor capaces de cualquier cosa por escalar en la lista de más vendidos y periodistas dispuestos a que la realidad no les estropee una buena historia. También hay policías tan honestos cuanto pueden que intentan que sus compañeros no se rían de ellos, y detectives privados y libreros de segunda mano, todos arrastrándose por el complicado equilibrio social de la ciudad y por la angustia económica.
Hay un segundo tema, además de la desigualdad, que construye el paisaje y los personajes. El amor. Presente en casi todas las narraciones, como detonante de la acción o como vía de escape: gigolos que se enamoran de sus protectoras (espléndido también el Maduritas Bien Conservadas de Tony Bellotto), travestís enamoradas de hombres cobardes, parejas que abandonan a sus mujeres embarazadas provocando consecuencias insospechadas, yonquis dispuestas a investigar la desaparición de sus compañeros camellos y mujeres que aman a anónimos admiradores que resultan bastante rana.
Aparte de dos relatos que indagan más en el horror psicopático - Caníbal de Ipanema de Alexandre Fraga dos Santos- o en la deformación criminal de la ambición -La historia de Georges Fullar de Raphael Montes- las dos grandes fuerzas sobre las que se construyen los relatos de Río Negro son la desigualdad y el amor.
En todas las antologías se busca que los diferentes estilos, los argumentos variados e, incluso, la distinta intensidad de los relatos ofrezca una visión compleja del objeto a analizar. Río Noir lo consigue: hay variedad, calidad, diversión y denuncia.
Los autores: Tony Bellotto, Luiz Alfrefo Garcia-Roza, Mv Bill, Luiz Eduardo Soares, Guilherme Fiuza, Arthur Dapieve, Victoria Saramago, Arnaldo Bloch, Adriana Lisboa, Alexandre Fraga Dos Santos, Marcelo Ferroni, Flávio Carneiro, Raphael Montes y Luis Fernando Verissimo.
Los únicos con obra traducida es España creo que son Marcelo Ferroni: Método práctico de la guerrilla. Madrid: Alfaguara, 2012
Raphael Montes: Días perfectos. Barcelona: Reservoir Books, 2015.
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