Marek Hłasko: Matar a otro perro. Barcelona: Malpaso, 2016. 185 páginas + 16 del apéndice biográfico. Traducción del polaco de Jerzy Slawomirski y Anna Rubió. Título original: Drugie zabicie psa. Wydawnictwo Da Capo, 1993.
Jakub y Robert viajan de Haiga a Tel Aviv en taxi en compañía de un moribundo y un perrazo que han comprado para su próxima estafa. Andamos, creo yo, en la década de 1960 y esta pareja de polacos exiliados se dedica a sablear a norteamericanas con posibles. Ninguno de los dos, Jakub y Robert, está en su mejor momento.
Jakub es el galán que engatusa a las damas viudas o divorciadas y les pega el sablazo después de algunos escarceos amorosos.
Robert es el director de la farsa. Un enamorado de Shakespeare para el que la vida es puro teatro. Ha salido de las más complicadas situaciones gracias a su capacidad de montar escenas creíbles y de su férrea autoridad de director teatral.
Jakub y Robert son dos muertos de hambre que tiene que encontrar un promotor que les adelante la pasta para montar su golpe. El problema es que todos los posibles inversores los conocen desde hace demasiado y el declive físico y anímico de la pareja es más que evidente ¿A dónde irán tan viejos y harapientos? Hace mucho que sus mejores tiempos han pasado y nadie confía en ellos.
Jakub y Robert están acostumbrados a crecerse en las dificultades. A ignorarlas, más bien.
Mary es la víctima apropiada. Una divorciada que ha llegado de los USA para que su hijo Johnny, una fiera de unos diez años que arrasa todo lo que encuentra a su paso, conozca por fin a su padre.
El hastío de Jakub es el principal escollo para que la obra fluya (ya se sabe que hay que mimar el ego de los actores), pero Robert no está dispuesto a que una de sus producciones fracase, aunque el éxito sólo sea un puñado de dolares.
En breve coincidirán todos los interesados en la trama: la madre y su hijo, los dos perdedores, el promotor, el padre y, cómo no, el perro.
En breve coincidirán todos los interesados en la trama: la madre y su hijo, los dos perdedores, el promotor, el padre y, cómo no, el perro.
Matar a otro perro está narrado en primera persona por Jakub. Va introduciéndonos en el ambiente absurdo en el que él y Robert se mueven lleno de personajes insólitos, un forzudo medroso, un jorobado dependiente de la taza de un váter, un conserje inmutable que controla la vida de sus aposentados...
Robert y Jakub sobreviven gracias a su capacidad de reconstruir la vida como teatro. Han visto tanta destrucción desde la segunda guerra mundial y la dictadura estalinista, tanta matanza y tortura, tanta miseria y corrupción en las prisiones que sólo pueden salir adelante simulando que la vida puede ser de otra manera, que ellos no son unos cínicos sin esperanza.
Claro que lo de estar siempre en el personaje tiene un precio: acaba con los nervios más templados hacer que la obra no decaiga en ningún instante durante las veinticuatro horas del día. Y además, la mayoría de la gente no se toma con elegancia que se le intente engañar.
Tanto los personajes como la estafa, repetida ya algunas veces, como el mismo paisaje parecen haber llegado a un punto sin retorno, la decadencia se extiende por todo cuanto aparece en la novela. Y Marek Hłasko es un maestro creando este ambiente y construyendo con dos trazos a sus actores.
Los personajes están trazados con maestría a través de contundentes, naturales y fluidos diálogos, con algunas afiladas frases antológicas. Tanto los protagonistas como los secundarios están trabajados con esmero. Con el mismo esmero con que Jakub y Robert pulen una y otra vez su actuación en cuanto tienen ocasión, no para poder engañar con más solvencia a sus víctimas sino porque el sentido de su sufrida vida está en dar siempre lo mejor de ellos mismos en el vodevil.
Magnífica, ágil, sobrecogedora historia de perdedores que sólo pueden hacer lo que han visto hacer siempre, daño a los inocentes.
Marek Hłasko, Varsovia, 1934 - Wiesbaden, 1969. Comenzó a trabajar desde adolescente como camionero, albañil, peón, recepcionista y vendedor ambulante. En 1951 comenzó a ganar renombre como narrador con un libro de cuentos El primer paso en las nubes, al que pronto se sumarían otras novelas con las que se ganaría la enemistad del establishment comunista polaco. Exiliado, viajó por USA, Francia, Israel y Alemania, trabajando como guionista. Murió de intoxicación etílico-barbitúrica a los 35 años en la ciudad alemana de Wiesbaden.
Sus dos novelas traducidas son
El octavo día de la semana. Madrid: Automática editorial, 2012.
Matar a otro perro. Barcelona: Malpaso, 2016
Robert y Jakub sobreviven gracias a su capacidad de reconstruir la vida como teatro. Han visto tanta destrucción desde la segunda guerra mundial y la dictadura estalinista, tanta matanza y tortura, tanta miseria y corrupción en las prisiones que sólo pueden salir adelante simulando que la vida puede ser de otra manera, que ellos no son unos cínicos sin esperanza.
Claro que lo de estar siempre en el personaje tiene un precio: acaba con los nervios más templados hacer que la obra no decaiga en ningún instante durante las veinticuatro horas del día. Y además, la mayoría de la gente no se toma con elegancia que se le intente engañar.
Tanto los personajes como la estafa, repetida ya algunas veces, como el mismo paisaje parecen haber llegado a un punto sin retorno, la decadencia se extiende por todo cuanto aparece en la novela. Y Marek Hłasko es un maestro creando este ambiente y construyendo con dos trazos a sus actores.
Los personajes están trazados con maestría a través de contundentes, naturales y fluidos diálogos, con algunas afiladas frases antológicas. Tanto los protagonistas como los secundarios están trabajados con esmero. Con el mismo esmero con que Jakub y Robert pulen una y otra vez su actuación en cuanto tienen ocasión, no para poder engañar con más solvencia a sus víctimas sino porque el sentido de su sufrida vida está en dar siempre lo mejor de ellos mismos en el vodevil.
Magnífica, ágil, sobrecogedora historia de perdedores que sólo pueden hacer lo que han visto hacer siempre, daño a los inocentes.
Sus dos novelas traducidas son
El octavo día de la semana. Madrid: Automática editorial, 2012.
Matar a otro perro. Barcelona: Malpaso, 2016
Buena reseña de esta novela, autor que sin dura tiene la habilidad de narrar en primera persona, difícil a veces, y trasladarnos al personaje... Abrazo!!
ResponderEliminarGracias, sí, estoy de acuerdo contigo en lo que dices sobre la habilidad narradora de Hlasko. Un saludo!
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