Emmanuel Grand: Final de trayecto. Barcelona: Salamandra, 2016. 348 págs. Traducción del francés de José Manuel Fajardo. Título original: Terminus Belz. Paris: Points, 2015.
Marko Voronine, de Odessa, y tres compatriotas ucranianos más, Vasili, Anatoli e Irina, han decidido emigrar a la Unión Europea. La dificultad para conseguir visados les hace recurrir al servicio de la mafia rumana.
A medio camino en camión hacia Francia los rumanos deciden relajarse violando a la adolescente Irina. No han medido bien el valor de su mercancía: los ucranianos impiden el estupro y se quedan con el camión y con el dinero de su peaje.
El grupo sabe que sus penalidades acaban de comenzar: el jefe mafioso que dirige el cotarro de tráfico de personas, el singular Ionut Lupu, no cejará hasta dar con ellos y recuperar su dinero y su prestigio. Los cuatro deciden separarse y no volver a verse. El joven Marko Voronine se dirige al norte de Francia, el anuncio de un puesto de trabajo como pescador, ofrecido por el patrón Joël Caradec, en el que no preguntan demasiado le lleva hasta la recóndita isla bretona de Belz.
Belz es el lugar ideal para desvanecer su rastro, hay poco más que un puñado de pescadores y sus familias, acostumbrados a unas condiciones de vida extremas. Forman una comunidad cerrada, pero con discrepancias aguzadas por el aislamiento y los duros tiempos de la pesca. La isla es además el paraíso de las leyendas bretonas, seres fantásticos que aterrorizan a los mortales, un mar que no deja descansar a sus víctimas ahogadas, un cura que no deja de recordar los amargos tiempos apocalípticos por venir. Pero el principal problema del joven ucraniano (ahora joven griego) está más bien en saber que le ha pasado a su familia, su madre y su hermana, a las que ha dejado en Odessa y a las que, está seguro, la mafia rumana pretende sacar información por los medios que sea. Además sabe que algún sicario estará ya en camino para ajustar cuentas.
Por si fuera poco, Marko se ha granjeado la animadversión de parte de la comunidad: un extranjero que viene a robarles el escaso trabajo. Y, desde que ha llegado, los hechos sobrenaturales no dejan de producirse. Los supersticiosos pescadores bretones están pasando de tenerle ojeriza a sentir pavor.
Marko se ve entre tres peligros poco habituales: es la presa de los brutales criminales del Este, una turba de aterrorizados pescadores pretenden inmolarlo para tranquilizar sus almas y, por si fuera poco, los espeluznantes seres mágicos que exigen sus muertos, han comenzado a aparecérsele y a cercarlo.
Marko cuenta con pocas defensas ante tal avalancha, apenas la solidaridad de su patrón, que pretende cobijarlo como a un hijo y la amistad de los seres más marginales de la isla, incluso, tal vez, el amor de una de las mujeres de la isla. Poca cosa.
Emmanuel Grand se apunta a la moda de mezclar el mundo sobrenatural con la pesquisa policial. Hay antecedentes desde los albores del género, como el maestro Wilkie Collins o el gran Poe, y de tanto en tanto se recupera la fórmula, a veces con gran éxito de ventas, como en el caso de Dolores Redondo y su Baztan espectral. Una parte de la gracia del invento consiste en no aclarar si los hechos sobrenaturales son interpretaciones de mentes desquiciadas y autosugestiones, o si forman parte de la realidad fantástica cotidiana.
Grand une a la trama fantasmal la de las redes de tráfico de personas. La crueldad y la violencia que despliegan estas mafias criminales consigue que se establezca un interesante juego para saber quién produce más miedo: los asesinos de carne y hueso o los descarnados monstruos de las leyendas.
Es lo más jugoso de la novela de Grand, que avanza a buen ritmo hacia un clímax conseguido y un postclímax mejorable. El que la narración siga por un lado las andanzas de Marko y, por otro, las del esbirro Dragos Munteanu, consigue que el lector sepa más que el protagonista sobre la cercanía de la amenaza y el suspense crezca.
Esta es la primera novela de Grand, es posible que en las siguientes saque partido de esta doble trama policial y tenebrosa y que dote de personalidad más compleja a alguno de sus personajes, y de un poco más de carne y realismo a las relaciones afectivas de los protagonistas.
Emmanuel Grand, Versailles, 1966. Trabaja como responsable de la página web de una de las grandes operadoras francesas de telefonía móvil. Ha escrito varios libros, tres de ellos novelas negras:
Terminus Belz, 2015 (por la que ganó el SNCF du polar 2016).
Pavillon rouge à la baule, 2015. Cuento ilustrado por Pierre Place
Les salauds devront payer, 2016.
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