Martin Suter: Qué pequeño es el mundo

Martin Suter: Qué pequeño es el mundo. Barcelona: Libros del Asteroide, 2016. 361 páginas. Traducción del alemán (Suiza) de Helga Pawlowsky. Título original: Small World. Zürich: Diogenes Verlag, 1997.

Hay en Suiza pocas familias más poderosas que la de los Koch. La matriarca es la muy activa octagenaria Elvira Senn. Comenzó como niñera en la casa del fundador de las empresas, Wilhelm Koch, para cuidar del heredero Thomas, que acababa de perder a su madre. Elvira se casó poco después con el magnate, que falleció al poco tiempo. Elvira y su nuevo marido hicieron florecer las empresas, aunque todo el mundo sabía que el genio empresarial era el de ella.
Ahora la familia la forman Elvira, su hijastro, el sexagenario presidente Thomas Koch y el hijo de éste Urs, que está a punto de casarse con Simone Hauser.

Y también está Konrad Lang.

Konrad Lang tiene la misma edad que Thomas Koch. Sesenta largos. Konrad Lang es el hijo de la más influyente ama de llaves de la familia Koch. Su madre fue una buena amiga de Elvira Senn. Hasta el punto de que le pagaron la misma educación que al heredero. La misma educación para Konrad Lang que para Thomas Koch, En los mismos exigentes colegios de élite de toda Europa. Con los mismos profesores de piano de primer nivel. Con las mismas vacaciones de esquí en los Alpes, o de verano navegando por el Mediterráneo. Los dos se convirtieron en perfectos caballeros educados, repletos de anécdotas, conquistas y atardeceres maravillosos. Koch heredó la fortuna Koch y sus cualidades de prohombre deslumbraron a toda Suiza. Lang heredó la compasión de los Koch y vivió como vigilante de sus mansiones en Corfú, y dando sablazos al resto de la familia. Con perfectos modales de borracho sin oficio.

Los años no perdonan y Konrad Lang ya no es el joven compañero de juergas de Thomas. Todos los Koch lo evitan amablemente, es un plasta borracho cada vez más despistado e inútil. De joven era gracioso robarle la novia y hacerlo servir de criado impoluto. Ahora es una carga. 
Pero Konrad Lang ha conocido a una viuda madura que le está haciendo cambiar de vida.
Rosemarie Haug es una mujer rica impresionada por las maneras y el fondo sencillo de Konrad Lang. Enamorada de Koni, pone su dinero a su disposición para que consiga independizarse de los Koch y desintoxicarse del alcohol. Y podéis jurar que Koni pone toda su voluntad para conseguirlo.

Lástima que, cuando todo parece cobrar sentido en su vida, comienza a olvidar cosas obvias: si ha comprado o no esa mañana, la dirección exacta donde vive, el nombre de la mujer con quién comparte la vida. Comienza a recordar hasta los más nimios detalles de su infancia, pero está perdiendo toda su memoria reciente. El mal de alzheimer.

En la familia Koch todos compadecen a Koni, excepto Elvira. Cuanto más nítidos se vuelven sus recuerdos lejanos, más preocupada está. Un oscuro secreto de hace muchos años podría aflorar si la juguetona memoria de Konrad se fija en donde no debe. Justo donde parece que se va fijando. El afán de Elvira será que la destrucción cerebral avance. El de la reciente esposa de su nieto conseguir un poco de dignidad para el que siempre ha sido el bufón de la familia Koch. Y ello pasa por ejercitar al máximo la memoria de Koni Lang. Recuerde lo que recuerde.


Qué pequeño es el mundo es otra muestra del poder magnético de la escritura de Martin Suter. No se trata de una novela negra, ni policíaca, al uso. El misterio del pasado sobre el que está fundado el éxito de los Koch es tenebroso pero corriente. Desvelarlo no es la razón de la novela. Su sentido reside en describir una clase social creada por el dinero, por la corrupción que supone el dinero. Cualquier idiota con el poder que impone el dinero es venerado. Y eso es lo que le entusiasma contar a Suter. Y es lo que hace con maestría.
Un narrador de poco peso deja que sus personajes vayan enfrentándose a la pérdida de memoria del protagonista. Todos acabarán transformados por el alzheimer. Lo que comienza como una comedia de clase alta se transforma, por aparición de la enfermedad o síndrome que acaba con las personalidades, en un thriller misterioso ¿qué ocultará el subconsciente de Koni Lang?
Personajes perfectamente complejos, situaciones cotidianas reconocibles, diálogos que delinean a los protagonistas y un uso preciso de la elipsis. Martin Suter es un espléndido maestro de la novela europea. No hay muertos torturados ni personajes con TDAH y dependencia de sustancias psicotrópicas. Hay respetables familias como las nuestras con un cadáver, al menos, en el armario.

Y por ser puñetero, el puñado de párrafos finales que explican como les va la vida a todos tras la resolución del caso no es lo más atrayente de la novela.


frankbauer.com
Martin Suter, Zürich, 1948. Periodista y publicista ha trabajado en revistas y periódicos suizos hasta que en 1991 lo dejó para dedicarse en exclusiva al mundo de la creación literaria. Vive entre España y Guatemala.
Ha publicado nueve novelas de las que se han traducido al español:
El cocinero. Barcelona: Lumen, 2011.
El último Weynfeldt. Barcelona: Anagrama, 2011.
El diablo de Milán. Barcelona: Anagrama, 2008.
Lila, Lila. Barcelona: Anagrama, 2004.
Un amigo perfecto. Barcelona: Ediciones de El Cobre, 2003.

Qué pequeño es el mundo. Barcelona: Ediciones de El Cobre, 2001, reeditada en 2016 por Libros del Asteroide



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