Martín Solares: No manden flores

Martín Solares: No manden flores. Barcelona: Literatura Random House, 2016. 454 páginas.

En el Golfo de México hay una ciudad llamada La Eternidad. Hasta hace unos pocos años era un bonito y medio tranquilo pueblo de veraneo en la costa. Hasta que estalló la guerra entre bandas. 

La Eternidad estaba acostumbrada a que los Viejos del Tigre Obregón se mataran con los de la Cuarenta, o con los las Tres Letras, o que todos lucharan contra los del Sindicato de Petroleros y su "líder moral", el poderoso cacique Agustín Fernández Vallarta. Pero La Eternidad sabía que mantendrían un cierto equilibrio. Que no asfixiarían hasta la muerte a la población.
Cuando llegaron Los Nuevos la cosa se torció. Los métodos, las víctimas y los objetivos cambiaron. Cualquier atisbo de seguridad desapareció; las fuerzas policiales, acostumbradas a contemporizar con las diferentes fuerzas en litigio, perdieron toda su capacidad de contrapeso. El terror desoló La Eternidad.

Rafael de León es uno de los potentados de La Eternidad, tal vez el más rico. Alguno de sus enemigos ha secuestrado a su hija adolescente Cristina. Las horas pasan y no hay noticias. No hay que recurrir a la policía local, podría estar implicada: su jefe, el comandante Margarito es tan peligroso e ilegal como cualquiera de los otros líderes bandidos. Rafael de León se pone en manos de Don "El Pato" Williams, el cónsul de los USA en La Eternidad. Otro oscuro personaje para la lista, experto en contrainformación y en tejemanejes en la sombra.

Don Williams lo tiene claro: sólo hay un hombre capaz de encontrar a Cristina de León. Un expolicía al que sus compañeros vapulearon hasta casi la muerte por encontrar al culpable de una serie de crímenes que no era el que convenía a su jefe, el comandante Margarito. Ese hombre es Carlos Treviño. Retirado desde hace unos cuantos años en un pueblo playero. Él es el único capaz de lograr que no se malogren las pistas, que puede conseguir que los testigos hablen, que alguna de las bandas consienta en negociar, cuando él desapareció la corrupción todavía no utilizaba de forma metódica el terror. Todavía hay quien le recuerda con respeto. Y también hay quien le odia hasta la muerte.

Treviño no le dejan otra opción que aceptar el caso y, en compañía del Bus, el jefe de seguridad de de León, comienza a buscar a los secuestradores, hay que encontrarlos antes de que pasen demasiadas horas: un par de días suele ser el plazo que aguantan con vida los rehenes.
Treviño consigue mucho más que la policía, pero conforme avanza en la búsqueda y descarta sospechosos entre los cárteles rivales, recibe más agresiones y amenazas de las que un ser humano puede aguantar. Malherido y al borde del colapso, comprende que todo su periplo por el mundo de las bandas le ha llevado hasta el punto de partida y de que allí le acecha su viejo enemigo: el comandante Margarito.

Pero Margarito tiene otras preocupaciones, Treviño es sólo una mosca cojonera y él está en medio de una batalla campal. El nuevo equipo municipal lo va a sustituir en breve. La persona que lo relevará no le tiene precisamente simpatía, es su hijo.
Margarito sabe que conseguir una jubilación tranquila y relajada, sin problemas legales, pasa por tapar algunos de los viejos asuntos y por acabar de atar un par de cabos sueltos importantes. Nada que no lleve haciendo los últimos treinta años.
Sin embargo, Margarito no cuenta con que algunas de sus muchas enemistades lo conocen bien y son capaces de cualquier cosa para acabar con él.
Mientras Treviño intenta hallar el paradero de la heredera Cristina de León, Margarito intenta conseguir un poco de tiempo para liquidar unos cuantos asuntos antes de que los asuntos lo liquiden a él. Los caminos de ambos volverán a cruzarse.

Martín Solares construye esta novela en torno a dos protagonistas. En la primera parte el narrador enfoca a Carlos Treviño. Se vale de su retiro de unos cuantos años y su vuelta a la ciudad para describir los angustiosos cambios que La Eternidad, todo el Golfo, ha sufrido en los últimos tiempos. Treviño descubre como, tras la enorme burbuja turística que hizo que la población se multiplicara, aparecieron los que querían beneficiarse de los nuevos filones: la construcción y el tráfico de drogas. Treviño se encuentra con el silencio donde antes había algo de comunidad, con el terror más absoluto donde antes había algún atisbo de ganas de vivir, con el beneficio económico donde antes había un poco de política. Si la situación era terrible y corrupta cuando a él estuvieron a punto de asesinarle, ahora es invivible: nadie en la calle, comercios que cierran en las horas más productivas, policía desaparecida en el mejor de los casos...
Y así en todos los pueblos que Treviño recorre en la desolada tierra del Golfo. Su pesquisa, interrogando a cuantos se ponen a su alcance, entrando en los círculos más peligrosos y conociendo de primera mano todas las clases sociales, desde los grandes empresarios y caciques de los cárteles hasta los proletarios de las bandas y de las empresas de seguridad, pasando por todos los profesionales mal pagados, desesperanzados y temerosos y los trabajadores esclavos, da como resultado un cuadro general de la deteriorada situación social del Golfo de México. Una ambición propia de la novela negra la de desentrañar los mecanismos de la violencia y el poder en la sociedad. Una ambición cumplida en No manden flores.
El comandante Margarito es el protagonista enfocado en al segunda parte de la novela. Martín Solares lo utiliza para contar la historia de la corrupción desde dentro: cómo se han formado las fuerzas que han llegado al poder en nuestros días. A través de sus recuerdos demuestra que la violencia y el terror existían mucho antes de que México se convirtiera en, primero, la ruta internacional de droga más importante y, después, en el gran productor de estupefacientes de los USA. La droga y el dinero del ladrillo no hicieron sino agravar el problema debido al elevadísimo valor del botín.
Treviño es, por tanto, el observador involucrado pero exterior que testifica a través de su investigación el desplome de la sociedad mexicana; Margarito es el actor responsable de esta decadencia: pelele a veces y manteador otras.
Y todo este proyecto está basado en una capacidad de contar magistral: un ritmo imparable, con dos historias diferentes que van creciendo y se complementan, espléndidos flashbacks sobre el pasado de Margarito y una creación de suspense tal como requiere la novela policial. Una cantidad enorme de personajes creíbles trabajados con esmero, víctimas y verdugos. Todos tienen su papel relevante en esta novela. Todas las expectativas cumplidas. La ambición con premio.

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Martín Solares, Tampico, 1970.
Ha escrito libros de ensayos y libros infantiles. Su primera novela negra Los minutos negros, Barcelona: Mondadori, 2006 y Reservoir Books, 2013,  se convirtió en un éxito internacional con traducciones a varios idiomas y cosechó numerosas distinciones.


Ian Manook: Yeruldelgger. Muertos en la estepa

Ian Manook: Yeruldelgger. Muertos en la estepa. Barcelona: Salamandra, 2016, 476 páginas. Traducción del francés de José Mauel Fajardo. Título original: Yeruldelgger. Paris: Albin Michel, 2013.


El comisario de la policía de Ulán Bator Yeruldelgger es un hombre anulado por la cólera y el dolor. Fue el mejor policía de toda Mongolia hasta que secuestraron a su hija pequeña para forzarle a dejar un caso en el que estaba trabajando. La niña apareció estrangulada cuando Yeruldelgger se negó a ceder al chantaje. Como consecuencia su mujer desapareció sin dejar rastro. Su otra hija adolescente también lo ha abandonado: lo odia por ser incapaz de defender a su familia, por anteponer el trabajo a la vida de sus hijos.
Yeruldelgger sigue en la policía, es un investigador eficiente, aunque está muy lejos de ser el mítico comisario adiestrado en las doctrinas y técnicas de los monjes shaolín mongoles. Vive en la yurta de una compañera de trabajo, la forense Solengo, y ha creado un grupo de confianza con la joven agente Oyún y el también principiante Billy.
Yeruldelgger tiene ahora dos casos ente manos. Por un lado, unos nómadas han encontrado el cadáver de una niña occidental que fue enterrada viva hace unos años en mitad de la estepa. Por otro, en Ulan Bator se ha hallado una buena pila de cadáveres: tres chinos han sido brutalmente asesinados, emasculados y exhibidos junto a los cadáveres de unas prostitutas mongolas.
Las pesquisas sobre la pequeña pasan por la búsqueda de sus padres, unos turistas que nunca salieron del país. Todo indica que la muerte de la niña fue consecuencia de una atropello con un quad que alguien quiso dejar en secreto.
El caso de los chinos parece más complicado, una banda de ultranacionalistas mongoles nazis tiene todo los números para ser considerada culpable, pero la intervención extemporánea de la embajada de la todopoderosa China dificulta las investigaciones y el jefe de Yeruldelgger, que se hace llamar Mickey y al que nadie respeta en la comisaría, aunque casi todos lo teman, quiere acabar con el caso por la vía rápida. Por si fuera poco, la hija adolescente de Yeruldelgger, Saraa es la coartada del principal sospechoso, Adolf, el líder de la banda: Saraa jura que ha pasado la noche de la hecatombe con él, sexo, drogas y alcohol.

Yeruldelgger es apartado del caso por su jefe, alegando las muchas implicaciones personales del comisario y porque sus métodos con los testigos son sanguinariamente expeditivos.

Pero las órdenes de un petimetre corrupto no son algo que preocupe a un buen policía: envía a Oyún tras la pista de los neonazis mongoles y al rescate de su hija y él comienza la caza del atropellador de la niña.

Ambos casos van mostrando puntos en común: siguiendo los puntos aparece la efigie de uno de los magnates más poderosos de Mongolia, Erdenbat. El suegro de Yeruldelgger. Pero para enfrentarse a tamaño enemigo el comisario debe dejar atrás todo el lastre del trágico pasado que le provoca el dolor, la cólera y la desesperanza que le aniquilan las fuerzas. Encontrarse a sí mismo le obliga a un retiro debido al que vuelve a desamparar a sus compañeros y a sus seres queridos. Su enemigo es más poderoso de lo que él cree: tal vez para cuando consiga recomponer su figura heroica ya sea demasiado tarde para todos los que ama.

Ian Manook ha construido en Yeruldelgger una gesta exótica con elementos del western. Yeruldelgger es un héroe que ha ido más allá de lo razonable en el cumplimiento de su deber. Esta desmesura lleva implícita una venganza psicológica: el dolor anula su capacidad policial y le hace incapaz de expresar sus sentimientos. Hasta aquí los elementos de cualquier carácter heroico. Yeruldelgger tiene la capacidad de redimirse, de volver a la tradición que lo forjó e hizo de él el hombre que es. Y digo el hombre porque los valores masculinos son los que dominan esta historia si estamos dispuestos a admitir que la capacidad de vengarse con violencia, a lo Peckinpah, la glorificación de la fuerza muscular (no espere que aparezca aquí ningún juez, ni fiscal, ni -por supuesto- abogado) y la capacidad de aguantar el dolor físico y psíquico son las características de la hombría.
Yeruldelgger cabalga (literalmente) por las estepas mongoles y se arrastra con pesar por las destrozadas calles de Ulan Bator. Son el espejo paisajístico de los dos tipos de personajes que aparecen en la novela. Por un lado los espíritus nobles que todavía viven en la tradición, personajes que viven en comunión con la naturaleza y sus fuerzas ocultas. Por otro lado, están los enemigos que han renunciado a la pureza ancestral, han perdido su identidad y se dejan llevar por la necesidad de conseguir dinero y poder. Son los creadores de la violencia ente iguales, de la explotación, de la corrupción: de la nueva Mongolia en ruinas.
Todavía hay un tercer grupo que engloba a todos los ignorantes y miedosos que contribuyen a la decadencia contemporánea pero en los que todavía se puede avivar el rescoldo de la unidad con los antepasados y con la historia natural.
La epopeya de Yeruldelgger es un canto conservador en el sentido de que aboga por conservar los valores tradicionales mongoles remarcando sus partes positivas y armoniosas.
El narrador muestra lo que considera los aspectos más llamativos de la cultura mongol para un occidental introduciéndolos sin brusquedad, sin que parezca una guía de viaje, creando un ambiente que explique las acciones de sus personajes y, por otro lado, propone un juego posmoderno en el que explica la deformidad con que la sociedad mongol ha retraducido lugares comunes de la historia contemporánea occidental: la manera en que han vaciado de contenido los terribles símbolos fascistas es una de los guiños más estremecedores de la novela.
El final abierto de la novela presagia nuevas cabalgadas de Yeruldelgger, todavía hay muchos cabos que atar y villanos a los que dar su merecido.

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Ian Manook es el alias de Patrick Manoukian, Meudon, 1949, Estudió derecho y ciencias políticas antes de ser periodista del Figaro, entre otros medios y editor de libros de viaje Es, sobre todo, viajero desde los 18 años.
Además de Yeruldelgger (premio SNCF de novela negra en 2014), y teniendo también como protagonista al comisario mongol, ha publicadoLes temps sauvages. Paris: Albin Michel, 2015.

RÍO NOIR

Varios autores: Río Noir. Barcelona: Maresia, 2016. 301 páginas. Traducción del portugués (Brasil) de Juan Pablo Villalobos. Título original: Rio Noir, Casa da Palavra, 2014. Compilación y prólogo de Tony Bellotto.


Catorce autores con Río de Janeiro como escenario de cuentos criminales.
¿Cuáles son los rasgos distintivos que diferencian la ciudad brasileña de otras macrourbes mundiales?
Lo que destaca una buena parte de los autores es la doble vida de la ciudad: las gigantescas favelas a las que no llega el orden estatal se levantan en torno a suntuosos barrios cuyos vecinos horteras han amasado fortunas con la violencia, la especulación y la represión. Los ricos no existirían sin la masa de pobres de las favelas y no los ignoran: los políticos los utilizan para joder a sus rivales, los policías los extorsionan para aumentar sus honorarios, las ricas maduras buscan el músculo sexual del lumpen, y las fiestas millonarias se nutren de prostitutas y de drogas provenientes de las ciudades marginales. La desigualdad es la base que produce la violencia social y familiar y ese es el carburante de la literatura negra.
Los cuatro primeros cuentos se fijan en estas relaciones entre las clases pudientes -con sus brazos armados- y el poder del gueto. La moraleja de los cuatro cuentos es que que la solidaridad entre diferentes clases sociales es imposible, cuando cambien los intereses cambiarán las alianzas. El más redondo, por complejo, de estos relatos es de Guilherme Fiuza: RJ-171.
Pero la selección no quiere sólo mostrar esta realidad, se centra también en las pobres clases medias cariocas y en cómo sobreviven a esta ciudad enloquecida: turistas cocainómanas que ya llevan años en la ciudad pero no comprenden ni media palabra de lo que les dicen (muy bueno el cuento de Victoria Saramago: Punto ciego, sobre la yanqui colgada que sobrevive creando una realidad paralela merced a lo que cree haber entendido), escritores que buscan la fama a cualquier precio, ayudantes de editor capaces de cualquier cosa por escalar en la lista de más vendidos y periodistas dispuestos a que la realidad no les estropee una buena historia. También hay policías tan honestos cuanto pueden que intentan que sus compañeros no se rían de ellos, y detectives privados y libreros de segunda mano, todos arrastrándose por el complicado equilibrio social de la ciudad y por la angustia económica.
Hay un segundo tema, además de la desigualdad, que construye el paisaje y los personajes. El amor. Presente en casi todas las narraciones, como detonante de la acción o como vía de escape: gigolos que se enamoran de sus protectoras (espléndido también el Maduritas Bien Conservadas de Tony Bellotto), travestís enamoradas de hombres cobardes, parejas que abandonan a sus mujeres embarazadas provocando consecuencias insospechadas, yonquis dispuestas a investigar la desaparición de sus compañeros camellos y mujeres que aman a anónimos admiradores que resultan bastante rana.
Aparte de dos relatos que indagan más en el horror psicopático - Caníbal de Ipanema de Alexandre  Fraga dos Santos- o en la deformación criminal de la ambición -La historia de Georges Fullar de Raphael Montes- las dos grandes fuerzas sobre las que se construyen los relatos de Río Negro son la desigualdad y el amor.
En todas las antologías se busca que los diferentes estilos, los argumentos variados e, incluso, la distinta intensidad de los relatos ofrezca una visión compleja del objeto a analizar. Río Noir lo consigue: hay variedad, calidad, diversión y denuncia.

Los autores: Tony Bellotto, Luiz Alfrefo Garcia-Roza, Mv Bill, Luiz Eduardo Soares, Guilherme Fiuza, Arthur Dapieve, Victoria Saramago, Arnaldo Bloch, Adriana Lisboa, Alexandre Fraga Dos Santos, Marcelo Ferroni, Flávio Carneiro, Raphael Montes y Luis Fernando Verissimo.
Los únicos con obra traducida es España creo que son Marcelo Ferroni: Método práctico de la guerrilla. Madrid: Alfaguara, 2012 
Raphael Montes: Días perfectos. Barcelona: Reservoir Books, 2015.


Newton Thornburg: Cutter y Bone

Newton Thornburg: Cutter y Bone. Barcelona: Sajalín editores, 2016. 386 páginas. Traducción del inglés (USA) de Inga Pellisa. Título original: Cutter and Bone, Little, Brown and Company, 1976.


Cutter y Bone son Alex Cutter y Richard Bone.
Cutter es un veterano de la guerra de Vietnam, tuerto, cojo y manco. No tiene oficio ni trabajo, un hijo de poco meses y una mujer, Mo, que proviene de la clase alta de la costa oeste. Ingiere más alcohol y drogas que alimentos. Alex Cutter, a pesar de sus irreprimibles ansias autodestructivas y de todos los trozos de cuerpo que ha dejado por el camino posee una atractivo peligroso para muchas personas (aunque la mayoría no lo tocaría ni con un palo).
Bone es un gigolo ocasional con una gentil estructura ósea y una ruinosa estructura interna. Abandonó a sus hijos y a su mujer, su trabajo de directivo en un gran empresa y la vida sólida del triunfador. Prefirió el vagabundeo y que el alcohol espesase su depresión.
Se puede decir que Cutter y Bone son amigos íntimos, aunque la capa de cinismo defensiva que utilizan continuamente haga impenetrables sus sentimientos.

Una noche de verano Bone regresa caminando al sofá que Cutter le ha cedido en su casa de Santa Bárbara hasta que encuentre algo mejor. En la oscuridad ve una sombra que arroja un paquete a un contenedor de basura. Bone está siendo testigo de cómo un asesino se deshace de su víctima, pero esto no lo sabe hasta el día siguiente, cuando aparece en toda la prensa el hallazgo de los restos de Pamela Durant, una adolescente de hábitos licenciosos.

Cuando Bone hojea los diarios un fugaz destello le hiela la sangre. Allí aparece la figura de un magnate del oeste en visita a la ciudad, J.J. Wolfe. Y por un instante ha relacionado la efigie del potentado ranchero con la difusa forma que vislumbró en el callejón hace una noche. Se rehace en un segundo, pero demasiado tarde, al ojo único de Alex Cutter no se le escapan estas cosas: decide que su amigo ha identificado al asesino. Y una ocasión así no se puede desperdiciar: hay que chantajear al canalla millonario.

Bone no puede asegurar que haya visto a J. J. Wolfe, más bien está cada vez más convencido de lo contrario. Las protestas de Bone no arredran a Cutter. Si el personaje no es el asesino no habrá pasta, pero si lo es podrían medio salir del pozo. Cutter recluta a la hermana de la víctima, una prostituta de medio nivel, para que acredite la descabellada misión vengadora-lucrativa.

A partir de aquí todo irá de mal en peor. Como siempre. Cutter tiene un coraje suicida sin ningún sentido de la prudencia, Bone una indolencia cobarde que le impide actuar. Y se enfrentan a una sociedad que está más que preparada para acabar con marginados de su especie. A lo mejor la fuerza de su amistad sirve para superar grandes peligros, pero, la verdad, no lo parece.

Newton Thornburg creó en Cutter y Bone uno de los mejores argumentos de la novela negra: un par de inadaptados con dificultades para mantenerse psicológicamente en pie emprenden una disparatada cruzada, enfrentarse a fuerzas muy superiores en todos los aspectos para sacar tajada. Es una huida hacia el abismo a lo Thelma y Louise, sólo que acaban arrastrando tras ellos a todas las personas con las que se relacionan.
Si el argumento es magistral, la construcción de los desquiciados personajes a través, sobre todo, de las interminables réplicas cínicas que intercambian (hasta abrumar) es muy eficaz. El desequilibrio emocional de los personajes, no sólo el de los protagonistas, sino también el de los secundarios, queda patente a través de los diálogos y las breves descripciones del narrador.
Ninguno de todos los que pululan por estas páginas está libre de pecado: ansiedad, depresión, codicia, cobardía, soberbia, amargura, incapacidad afectiva... El problema es que además de pecar los personajes esperan anhelantes lanzar la piedra, y buscan el sitio donde haga más daño, seas enemigo o amigo íntimo.
Creo que uno de los pocos puntos débiles de la febril aventura de Cutter y Bone es el explícito desenlace final.
Cutter y Bone es la historia de las andanzas de dos perturbados contra una sociedad que intenta rehacerse del trauma de Vietnam reforzando el clasismo, el racismo y el machismo. Una obra que debe formar parte de las bibliotecas más negras.

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Newton Thornburg, Harvey, Illinois, 1929 - Bothell, Washington, 2011. Estudió Bellas Artes en Iowa y trabajó como pintor hasta que lo dejó para emplearse en la explotación agraria de la familia y en el negocio de golosinas que poseían. Emigró a Santa Bárbara donde combinó la redacción publicitaria con la escritura creativa hasta que el éxito de su novela Knockover le permitió dedicarse en exclusiva a la ficción.

Habeas corpus: Recién llegados a la banda

La Orilla Negra. La nueva colección de género negro de ediciones del Serbal.

Ediciones del Serbal es una de las editoriales veteranas de Barcelona. Especializada en ensayo de ciencias sociales y arte, ha decidido este año lanzar una colección de novela negra cuyo fuerte será la recuperación de escritores españoles y latinoamericanos de los años 80 y 90. La colección está dirigida por José Luis Muñoz, que también participará con alguna contribución y siempre son títulos que aparecieron hace, al menos, quince años. Han tenido tiempo de demostrar su valor y de reclamar su reedición. Los primeros títulos ya están en el mercado y todos los aquí reseñados estarán en breve disponibles.


La tarjeta de presentación es una recopilación de relatos de autores españoles y latinoamericanos, Relatos de la orilla negra que refleja las pretensiones de la colección, reuniendo clásicos veteranos y valores consolidados que no paran de publicar:

Julián Ibáñez, Fernando Martínez Laínez, José Luis Muñoz, Paco Gómez Escribano, José Vaccaro Ruiz, Mariano Sánchez Soler, José Carlos Somoza, Francisco Balbuena, Alejandro M. Gallo, Nacho Cabana, Francisco Bescós, Angelique Pfitzner, Pablo Aguilar, Elia Barceló, Juan Ramón Biedma, Rosa Ribas, Lorenzo Lunar, Rebeca Murga, Raúl Argemí, Rolo Diez, Guillermo Orsi, Guillermo Saccomanno, Marcelo Luján, Dauno Tótoro Taulis, Javier Valdez Cárdenas, Fritz Glockner, Augusto Cruz y Marcos Tarre Briceño. 


El primer libro que ha llegado es el de Fernando Martínez Laínez: Destruyan a Anderson, un thriller de la España de los primeros años del postfranquismo con grupos terroristas internacionales por en medio. Fue finalista del premio Planeta en 1982.

Dauno Tótoro Taulis publica La sonrisa del caimán, una novela con humor muy negro en la Latinoamérica de la guerrilla y los grupos paramilitares, escrita por un periodista que se ha recorrido medio mundo y que conoce los principales movimientos insurgentes americanos en profundidad.

José Luis Muñoz: Mala hierba es la historia de un fugitivo que se refugia en un pequeño pueblo de la costa oeste norteamericana. Su presencia pondrá de relieve los enfrentamientos, ocultos hasta entonces, entre los integrantes de la comunidad. Esta novela recibió el premio Ángel Guerra en 1991.

Pablo de Aguilar González: Cuéntame cosas que no me importe olvidar es la historia de un barrio popular español. Uno de los habituales de un grupo de parados es asesinado y las sospechas recan sobre uno de ellos, pero ese es sólo uno de sus problemas: desahucio, amigos enfermos, dificultades de todo tipo de las que hace de cronista.

Marcos Tarre Briceño: Bala Morena. Las andanzas de un médico bogotano y sus relaciones con un magnate venezolano y un joven guerrillero. Los tres se encuentran en la selva venezolana y sus poco edificantes relaciones forman el cogollo de la narración de esta obra de uno de los autores venezolanos de thrillers más conocido de los años 80 y 90.

Esta es la media docena de inicio, pero son sólo el principio.

Amin Öhri: La musa oscura

Armin Öhri: La musa oscura. Madrid: Impedimenta, 2016. 284 páginas. Traducción del alemán de Paula Aguiriano Aizpurua. Título orginal: Die dunkle Muse. Messkirch: Gmeiner Verlag, 2012.

Lene Kulm trabaja en el matadero de Berlín. Por una miseria. Para poder mantenerse y mantener a su pareja se prostituye cuando acaba la jornada. Después vuelve al cuchitril que comparte con su chulo para que este pueda descargar en ella su frustración. Rutinas en el Berlín de 1865.
Hoy se ha encontrado con su extraño vecino de rellano, el profesor de filosofía Botho Goltz. El profesor le ha invitado a su cuarto, le ha pagado por un servicio completo y después la ha asesinado. El profesor Goltz ha invitado a una vecina anciana a avisar a la policía.
El comisario Gideon Horlitz se desplaza con su equipo desde el lugar del suicidio del violador Viktor Hackeborn hasta la buhardilla donde ha sido destripada Lene Kulm. Con él va su protegido, el estudiante de derecho y hábil dibujante Julius Bentheim. Julius gana unos marcos dibujando las escenas del crimen para la policía, aunque cada vez haya menos trabajo con los nuevos equipos fotográficos que van apareciendo, como los que utiliza el más íntimo amigo de Julius, Albrecht Krösick.
El caso parece claro para que la culpabilidad pueda ser demostrada sin dificultades en el juicio contra el profesor Goltz. Sin embargo, el profesor Goltz lo tiene todo previsto. A él no le interesaba asesinar a Lene Kulm, sino manipular las pruebas y las evidencias de tal manera que se quedaran claras la desidia policial y la ineptitud fiscal . El juicio se convierte en un espectáculo en el que el profesor se va saliendo con la suya con artimañas de todo tipo.
Julius Bentheim acude todos los días a la sala, allí coincide con otro asiduo, el comisario Moritz Bissing, una figura de la policía berlinesa con extrañas inclinaciones privadas. Bissing sabe de las aptitudes artísticas de Julius, así que le encarga que se pase por una de sus fiestas privadas a hacer unos dibujos pornográficos. Una paga excelente por unas cuantas horas de trabajo. 
El problema es que Julius Bentheim es todavía muy joven. Fogoso, con un hambre sexual propia de su edad. Cambia la cara de la modelo en los dibujos por la de su prometida, Filine, la hija del muy estricto pastor Gottfried Sternberg. Si nunca ha contado con la simpatía del pastor, cuando este ve la obra de Julius encierra a su hija y monta guardia en su casa para impedir cualquier aproximación.
Julius Bentheim se enfrenta a dos problemas: el primero es el de preparar el rescate de su prometida y alejarse de la ira paterna y el segundo buscar pruebas que incriminen al profesor Goltz, que está a punto de irse de rositas de la carnicería de Lene Kulm.

Armin Öhri ha ambientado con mucha pericia su novela en el Berlín prusiano de 1865, en pleno proceso de formación del imperio alemán. La forma natural en que introduce las diferencias con nuestra época es uno de los valores de la obra. No sólo se trata de las prácticas policiales, sino de todos los procesos sociales y técnicos que en esa mitad del siglo XIX están acelerándose: Öhri describe con sutileza todos estos cambios con respecto a nuestros días, llenos de complejas máquinas forenses y mágicas soluciones tecnológicas. Öhri utiliza también personajes reales de la época, periodistas y escritores para darle mayor veracidad a la ambientación. Se inspira en las formas de los clásicos de la novela detectivesca, forzando a veces las situaciones para que cuadre el resultado, con descripciones más crudas de lo que se hubieran permitido la mayoría de los escritores que le alientan y un ritmo narrativo rápido y sostenido.
Hay sorpresas de última hora, venenos, cementerios, maléficos asesinos cerebrales y vengadores racionales dispuestos a todo por no caer en el deshonor, cosas de otra época. Y el pulso firme de un narrador documentado con primor que ha preparado más aventuras para el dibujante investigador Julius Bentheim y su pandilla.

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Armin Öhri, Ruggell (Liechtenstein), 1978. Ha estudiado historia, filología alemana y filosofía. Ha escrito cuentos y novelas que ha publicado en diferentes editoriales independientes alemanas. 
Suele escribir novelas detectivescas inspiradas en los clásicos decimonónicos con una ambientación muy estudiada. La musa oscura es su primera novela traducida al castellano, con ella ganó el Eurpean Union Prize for Literature en 2014.

Habeas corpus: recién fichados para la banda

Las últimas semanas han sido tiempos de muchas novedades editoriales, cosa de ferias de libros por doquier. Con las mesas de las librerías más relajadas es más fácil controlar las entregas negras interesantes que todavía van llegando o están a punto de aparecer.

Empiezo por el esfuerzo de una editorial pequeña y corajuda de Barcelona Maresia, especializada en literatura brasileña. Ha traducido una recopilación coordinada por Tony Bellotto de cuentos criminales ambientados en diferentes barrios de Río de Janeiro: Rio Noir. Catorce autores, catorce cuentos para reflejar el día a día contemporáneo de la capital olímpica de este verano. La traducción ha corrido a cargo de Juan Pablo Villalobos.
En breve en Paraffin Test

Una noticia excelente es el regreso del gran escritor mexicano Martín Solares: No manden flores, para Literatura Random House. Un antiguo policía regresa al Golfo de México para investigar la desaparición de la heredera de una rica familia. Tendrá que enfrentarse no sólo a las bandas criminales fuera de la ley, sino también a las que se han organizado dentro, en la policía mexicana. Una pinta estupenda.






Salamandra black continúa con su apuesta por autores poco conocidos por los hispanolectores. Para este julio ofrece la obra de Ian Mandok: Yeruldelgger. Muertos en la estepa. José Manuel Fajardo ha traducido del francés esta novela ambientada en las estepas de Mongolia. El comisario Yeruldelgger, un personaje marcado por la la tragedia y el desequilibrio emocional parece que no dejará indiferente a nadie en este caso con una pila de cadáveres y cuestiones geopolíticas por en medio. Os lo cuento pronto en Paraffin






Y si queréis hardboiled hay que recurrir a las recuperaciones de autores norteamericanos que hace la gente de La Bestia Equilátera. Aunque apareció hace ya unos meses en Argentina será en poco tiempo cuando llegue por aquí la novela de Dan J. Marlowe: El nombre del juego es muerte. Escrita en 1962 cuenta cómo todo comienza a ir fatal para el mudo Bunny y para Roy Nartin cuando un atraco a un banco en Arizona se tuerce y corre la sangre. Crudeza, muchos tiros y tipos duros. Un estilo sobrio que ha seguido en su traducción Carlos Gardini.





Tampoco Maigret se puede relajar, tiene que enfrentarse a un asesino en serie que ya se ha ventilado a cinco mujeres dedicadas a la prostitución en Montmartre. Una pesquisa en la que será crucial llegar a las entrañas psicológicas del asesino. Georges Simenon: Maigret tiende una trampa. Lo ha traducido para Acantilado Núria Petit Fonserè.







Y, para acabar, referir lo que ha entregado Editorial Funambulista. Leif Davidsen: El enemigo en el espejo. Un autor danés traducido por Sergio Torremocha Ruiz que explica la historia de un anónimo padre de familia de Arizona que es la cobertura de un asesino internacional serbio que tiene en jaque a la policía de medio mundo. Un thriller de espionaje en el que el protagonista es incapaz de dejar atrás su pasado.