Carlos Salem: En el cielo no hay cerveza. Barcelona: Navona, 2015. 429 páginas.
Poe es el elegido por el hijo menor de Dios para escribir su nuevo testamento. Poe ha tenido mil y un oficios, tirando más bien hacia los relacionados con la creación literaria, aunque su vocación le sugiere más los tugurios y tabernas de Madrid que las sillas de las redacciones periodísticas o las editoriales. Poe se mueve como pez en el agua (sería más apropiada la cerveza) en estos ambientes lumpen plagados de personajes de baja calaña. Desde luego el más estrafalario de todos los amigos de Poe es el hijo menor de Dios, Diosito.
Diosito es un friki vestido con sandalias y una túnica andrajosa, de baja estatura y un desagradable olor a pies. Diosito hace milagros como conseguir que aparezcan botellas de cerveza cuando pasa un camarero cerca o montar bolis Bic en su casa cuando nadie lo ve.
Diosito vino a la tierra para demostrar a su padre que él puede ser más célebre que su sumiso hermano mayor. Para conseguir acólitos a gran escala se rodeó de doce seguidores que compartieron con él giras de rock que siempre acabaron en desastre con alcohol, drogas y peleas a mansalva. Todos los intentos musicales no le hicieron ganar adeptos, así que decidió probar con el gran invento de su padre: la televisión.
Diosito compareció en el programa de telebasura rosa más visto en España. Si la intervención no empezó bien por la descreída parroquia de periodistas del corazón que no paraban de poner en duda su divinidad, el final fue catastrófico cuando Diosito quiso realizar un milagro que no dejara lugar a dudas sobre su legitimidad. El milagro fue un fiasco y Diosito quedo cubierto de oprobio y desacreditado como ídolo.
Antes de escapar y ocultarse de la sociedad, Diosito encargó a Poe que narrara su vida y milagros en un Evangelio de Cerveza-Ficción.
Ahora, tres años después, mientras Poe acaba el mandato divino, los bodrio-periodistas que se rieron de Diosito en el programa comienzan a aparecer asesinados de manera salvaje y junto a cada uno de sus cadáveres, una nota: Ahora creeréis. Pero ya es tarde.
Poe es de los pocos que cree en la inocencia de Diosito: su amigo puede ser muchas cosas pero, desde luego, es incapaz de matar una mosca. Así que con la ayuda de un par de viejos amigos, el detective privado Arregui y el veterano policía "El Gato" y de su nuevo ligue, la despampanante periodista Angélica de la Guarda, comienza una cruzada para descubrir quién está detrás de los asesinatos.
Poe se enfrenta a fuerzas poderosas: a los antiguos discípulos de Diosito (ahora prósperos hombres de negocios que prefieren que su relación con Diosito no salga a la luz), al Vaticano, al padre adoptivo de Diosito, George S. Atan, y a la madre de Diosito, la exhippy airada Mariah. Sea quién sea el responsable está claro que una conspiración temible se ha conjurado para acabar con la vida de Diosito y para colgarle los muertos. El brazo ejecutor de la trama es otro viejo conocido de Poe, el policía sin escrúpulos El Perro.
Poe debe moverse con rapidez y valentía, recurrir a su intuición y a todos sus contactos y aprovechar su conocimiento de la vida nocturna de la capital para que el apocalipsis desvele al verdadero culpable.
Carlos Salem ha construido una novela comedia esperpéntica que utiliza aquella vieja técnica de Max Estrella: poner la realidad delante de los espejos deformantes para que produzca una realidad grotesca que nos permita observar de otra manera y dudar de las apariencias más obvias.
En En el cielo no hay cerveza hay tres narraciones que se intercalan, todas con la voz en primera persona de Poe: por un lado, el evangelio que va explicando la vida pasada de Diosito y sus seguidores hasta su retirada al desierto tras el fiasco televisivo; por otro, la memoria de la vida de Poe hasta que conoció a Diosito y, por fin, la crónica de la investigación de los asesinatos y de la búsqueda de Diosito en el presente.
Es un deformado sainete con aires castizos, en donde el chotis ha dejado paso al rock y el costumbrismo popular se manifiesta en los programas casposos de televisión con audiencias demenciales, en los libros eróticos infumables que devoran las masas y, en general, en el show business que rige la ética contemporánea.
La denuncia de la superficialidad está muy presente en este juego irónico en el que las figuras de la religión católica han sido reconstruidas como personajes de la cultura pop: antiguos seres que provocaban terror y supersticiones son banalizados (y por tanto expuestos) en esta comedia por su búsqueda ansiosa del triunfo social, del reconocimiento que otorga la exhibición del lujo. La demostración pública de la ostentación del poder. Buscan un aplauso rápido, una aquiescencia sin compromiso: los medios para conseguirlos son irrelevantes.
Carlos Salem, Buenos Aires, 1959, reside en Madrid, donde es profesor del Centro de Formación de Novelistas.
Es autor de teatro, poesía, cuentos y novelas para jóvenes y adultos. Entre sus publicaciones de serie negra:
Camino de Ida. Barcelona: Navona, 2014
Un jamón calibre 45. Barcelona: RBA, 2011
Pero sigo siendo el rey. Madrid: Salto de Página, 2009
Muerto el perro. Barcelona: Navona, 2013
Matar y guardar la ropa. Barcelona: Navona, 2015
En el cielo no hay cerveza. Barcelona: Navona, 2015
Ha sido traducido al francés, alemán e italiano y ha ganado numerosos premios como el memorial Silverio Cañadas de la Semana Negra de Gijón o el Novelpol a la mejor novela policial
Muy de acuerdo con tu visión.
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