Clarissa ha tenido una de esas noches para olvidar.
¿Acaso no es lo mejor salir a relajarse cuando te acaba de abandonar tu pareja?¿No es aconsejable dejarse llevar un poco por unas copas y conseguir un ligue por una noche, sin ser demasiado puntillosa? La vida es tan mediocre cuando eres funcionaria de clase media y vives sola en un pequeño apartamento en Londres, sin demasiados amigos y avanzando en los treinta y sin quedarte embarazada aunque lo quisieras...
Una cana al aire. Pero en la noche hay muchas alimañas. Una de ellas es el profesor de la universidad en la que Clarissa trabaja. Rafe Solmes. Con Rafe Soles ha pasado la noche.
Clarisse no recuerda nada, pero las marcas en muñecas, tobillos y muslos y los desgarros vaginales y las nauseas no indican nada bueno. Y eso que lo ocurrido hasta ahora no se puede ni comparar con lo que vendrá a continuación.
El acoso de Solmes no decae aunque Clarissa le deja claro por todos los medios que nunca más quiere volver a saber de él. Clarissa recurre a los consejos policiales, pero necesita acumular pruebas. Recurre a los manuales de autoayuda. Recurre a las técnicas de alejamiento. Todo inútil ante el perturbado Solmes.
Poliorcética, arte del asedio. Principal característica para conseguir el triunfo: perseverancia (no viene mal una nota de maldad o locura).
Clarissa ve la luz cuando es convocada para formar parte de un tribunal popular. Eso le permitirá durante unas siete semanas cambiar de hábitos y dificultar las maniobras de Rafe Solmes.
Lástima que el caso a juzgar sea el de una yonqui prostituta a la que unos camellos han violado. Bueno, el abogado de los camellos no está de acuerdo, diga lo que diga la meretriz Carlotta Lockyer las relaciones sexuales fueron consentidas. Vaya, parece que esto recuerda la noche de marras de Clarissa y Solmes.
Más leña al fuego: Rafe, ante las dificultades de un acoso continuado ahora que Clarissa está en el juzgado, aumenta la contundencia de sus amenazas y el valor de sus regalos y la intensidad de sus requiebros.
Clarissa sólo puede apoyarse en las relaciones que está consiguiendo forjar con otros miembros del jurado. Ante todo con el bombero Robert. No le vendría nada mal que la encarnación de la hombría le echara una mano con su asunto. Que la defienda y proteja. A lo mejor un clavo puede sacar otro clavo. O a lo mejor tanto clavo sólo sirve pare cerrar el ataúd de Clarissa. En fin, ya veremos si alguien puede poner coto al acoso desquiciado de Rafe o si el asalto final sólo deja una ciudad en ruinas.
Claire Kendal ha creado este relato de terror cotidiano haciendo algunos guiños a los cuentos tradicionales europeos, tan macabros y tan dispuestos a advertir de los males que conlleva el no seguir las normas, y otro guiño al esplendoroso mamotreto de Samuel Richardson: Clarissa.
Como en este, el personaje principal (y la víctima del juicio) es un juguete en manos del poder masculino. Como en este, es tremendamente complicado para la protagonista liberarse del acoso y del sentimiento de culpa y de vergüenza por los actos cometidos por otros contra ella. La víctima como responsable por ir provocando.
Como en los cuentos, aparecen personajes estereotipados, el héroe, el malvado, la virtuosa inocente. Aquí, claro, son más complejos, guardan unas cuantas sorpresas que pervierten esos roles. Como en los cuentos hay una moraleja moralizante, aunque en este caso es bastante antisocial.
De lo que Kendal habla es de cómo las cosas más cotidianas, pasear, comer, sacar la basura se pueden transformar por un simple equívoco en un infierno. Habla también del desamparo de la soledad. Y habla del abuso de poder machista y de la mentira. De nuestra capacidad para vivir en la mentira constante, no hace falta una mente que desvaríe, sólo es necesario que podamos obtener beneficio. Un nimio beneficio es suficiente para crear todo un entramado de mentiras que puede crear una destrucción enorme. Y de nuestra asombrosa capacidad para creernos las mentiras de los otros y las propias.
Claire Kendal utiliza una doble voz narradora. Una en tercera persona para describir la actividad de Clarissa en el juicio en la que ha sido designada jurado y en los momentos en los que el acoso de Rafe no es tan evidente y otra en primera persona, una especie de diario en el que Clarissa se refiere en segunda persona a su acechador (de ahí el título original). Así tiene la oportunidad de describir la creciente sensación de agobio que las técnicas de asedio provocan en Clarissa: al principio son pequeñas cosas, llamadas, apariciones cuando ha quedado con amigos, regalos de poca entidad..., hasta que la psicopatía de Rafe se manifiesta con toda su furia. La voz en tercera persona le sirve para ofrecer un contraste entre el sentimiento de Clarisse de estar en un tunel del que no puede salir y lo que la sociedad actual opina de los grados más leves del acoso y de la indefensión de los débiles ante el abuso de poder. De la capacidad, como en los tiempos de Richardson de convertir a la víctima en culpable, y de que la víctima así lo crea.
Claire Kendal nació en Estados Unidos pero estudió en Inglaterra, país en el que reside. Es profesora de literatura inglesa y escritura creativa. The Book of You es su primera novela.
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