Traducción al castellano: La chica del tren. Barcelona: Planeta, 2015, por Aleix Montoto. 496 páginas.
Traducción al catalán: La noia del tren. Barcelona: La Campana, 2015, por Imma Falcó. 370 páginas.
Rachel viaja en el cercanías londinense cada día desde uno de los suburbios hasta el lugar en el que están las oficinas. El lento paso del tren le permite observar con detenimiento la vida del vecindario de los barrios que atraviesa.
Rachel se fija sobre todo en los inquilinos de una casa situada cerca de la antigua casa donde vive su ex-marido con su nueva esposa y su hija. En esta casa vive una pareja que representan un oasis de paz y amor en la vida en descomposición de Rachel.
Rachel es alcohólica. Vive en casa de una amiga mientras la aguante. Ha perdido su trabajo hace meses por su problemas con la bebida. Rachel no le ha dicho nada a su compañera de piso y por eso sigue subiéndose cada día al cercanías y simulando que va al trabajo. Rachel se pasa el día entre el pub y los parques públicos con latas de gintonic y botellas de vinazo. Rachel no acepta que su marido la haya abandonado y la rechace, así que Rachel acosa a la familia de su ex para conseguir un poco de reconocimiento.
A Rachel le gustaría que su vida fuera como la de la pareja enamorada que ve cada día desde el tren. Hasta que un día ve a la mujer besándose con otro hombre. Poco después la mujer desaparece y la policía comienza a investigar. Rachel quiere colaborar y ayudar al hombre de la pareja desaparecida. Rachel estuvo cerca de la casa la noche en que desapareció. Pero la borrachera y sus problemas psiquiátricos le impiden recordar nada de aquella noche en la que regresó a casa molida a palos y ensangrentada.
Rachel acude a la policía, pero causa sospechas y desconfianza, así que acude directamente al marido de la mujer desaparecida, Scott, para decirle lo que ha visto, o lo que ha creído ver. Lo que consigue es enredar más el complicado caso del asesinato y producir más dolor y desconcierto.
Pero Rachel no está dispuesta cejar. Debe recordar lo que pasó la noche de la desaparición aunque ello le cueste la vida.
Tres voces narradoras en primera persona cuentan en forma de diario pensado -dividiendo cada día en mañana y tarde- el año largo en que se desarrollan los acontecimientos del libro. Las tres voces son las de Rachel, la alcohólica sin trabajo que se intenta encontrar en la vida de los demás; la de Anna, la nueva mujer del exmarido de Rachel; y la de Megan, la víctima, vecina de Anna y a la que Rachel observa cotidianamente desde el tren. Es la parte más artificiosa de la estructura relato, esta rígida armazón que obliga a respetar una serie de tiempos y de turnos. Pero es un pequeño pero. El ritmo es sostenido, con un suspense sin altibajos.
La historia recuerda algunas de las películas de Hitchcock -La ventana indiscreta, Marnie, la ladrona...- en este voyeurismo que pasa de la manía diletante a la intromisión culposa. Pero también en el tema de la pérdida de la memoria -Rachel no puede recordar lo que vio la noche en que se produjo el crimen, ese es uno de los puntos álgidos de la novela-. Y también, claro, en el manejo del suspense, que va creciendo a lo largo de la novela hasta la resolución final. Hay varios giros en el argumento -o en las sospechas del lector- conforme se nos va desvelando el pasado de cada uno de los personajes. Este goteo de información hace que el ritmo no decaiga, antes de que la narración caiga en la monotonía aparece un nuevo secreto que hace que la acción avance.
Las tres protagonistas de Hawkins son mujeres treintañeras derrotadas por la vida. Dos de ellas han perdido el trabajo, que es lo que las unía a la vida social. La crisis de los años diez las ha tratado cruelmente al expulsarlas del "mundo normal". Rachel intenta sostenerse mediante el alcohol -sus borracheras comenzaron cuando su matrimonio empezaba a desvanecerse-. Megan lo intenta con sus visitas al terapeuta para que ponga en orden una vida que se alejado de los cánones aceptados, para que pueda volver a asumir el rol de madre de clase media. Anna se aferra a su hija recién nacida y a la relación con su marido (el ex de Rachel) para llenar su vida de contenido. Pero ninguna de estas sujeciones será lo suficientemente robusta como para asegurar un simulacro de vida de clase media en los barrios de la periferia de Londres.
Aunque las tres son mujeres constantes, capaces de llegar hasta el final en lo que se proponen, las fuerzas negativas a las que se enfrentan: una sociedad machista en la que no se permite lo mismo a los hombres que a las mujeres y una crisis económica que afecta antes a las mujeres y que ha acabado con su reconocimiento social, las convierten en víctimas. Maltratadas psíquica y físicamente hasta la muerte.
Una novela de intriga y suspense psicológico llevada con pulso firme.
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