James Fogle: Drugstore Cowboy. Barcelona: Sajalín, 2018. 220 páginas. Traducción del inglés (USA) de Juan Carlos Postigo. Título original: Drugstore Cowboy. Dell Publishing, 1990.
La banda de Bob Hughes se dedica en exclusiva al asalto de farmacias. Roban para meterse todo lo que pillan. No les interesa el dinero. Intercambian narcóticos con otros yonquis o venden lo imprescindible. Los botines no les suelen durar muchos días, así que deben planear continuamente nuevos atracos y deben cambiar de pueblo cada dos por tres.
Los componentes:
1- El tal Bob Hughes, treinta y tantos, lleva toda al vida entre los atracos y la trena. Le encanta la droga y chutarse cócteles que reventarían a un elefante. Le gusta su oficio (atracar farmacias): investiga locales, pergeña perfomances delirantes e intenta no cargarse a nadie. Tiene un cierto código ético: proteger a los suyos y buscar lo mejor para colocarse.
2- Diane, compañera ¿sentimental? de Bob. Lo ha dejado todo, marido y niños incluidos, para seguir al imaginativo Bob y darle a la panoja sin descanso. Temeraria o valiente según los resultados de sus acciones.
3- Rick, el fichaje estrella de Bob y Diane, un veinteañero con las mismas aficiones que la pareja, fiel e inteligente. Dispuesto a llegar muy lejos por un pico de calidad.
4- Nadine, la joven del grupo, una adolescente recién reclutada como reclamo sexual para distraer a la parroquia y empleados de las farmacias. Los barbitúricos y demás drogas le sientan fatal, pero tiene mucha fuerza de voluntad: persistirá hasta que no le hagan vomitar a cada momento.
De entre todos ellos es Bob el que odia más ferozmente a la policía de narcóticos. Esta es la historia de las jugarretas -peligrosas jugarretas- que los cuatro de Bob pretenden gastar a dos de esos policías de Portland: Gentry y Halamer. Una historia de atracos sin descanso, de persecuciones y venganzas imaginativas, de dependencia de las drogas y del cariño, la amistad y la integridad.
La novela está dividida en dos partes pero cada una de ellas está narrada sin interrupciones, no hay cesuras entre los saltos temporales, intenta así James Fogle dar impresión de una tragicomedia como la vida misma: no acabamos un episodio y empezamos el siguiente en nuestra vida, todo es un continuo en el que algunos pequeños detalles desdeñados pueden convertirse en importantes.
El narrador sigue a los cuatro de la banda, pero el protagonista es Bob Hughes, un yonqui sin arrepentimiento, dispuesto a reivindicar su dependencia de los estupefacientes y a demostrar que ser un atracador de farmacias no quiere decir ser una persona sin ética y compromisos.
El autor conoció bien el mundo del que habla en esta novela y es un intento exitoso de humanizar a estos drogadictos que han escogido libremente (casi todos) pincharse como modo de vida. No hay condena, pero tampoco justificación. Es una opción vital, bandidaje, subidón y cárcel.
Fogle denuncia la hipocresía y el buenismo de cierta parte de la sociedad y la tosquedad y violencia de los medios de represión (tan inútiles), pero también es capaz de humanizar a sus policías y a los trabajadores sociales. Consigue construir una novela como la vida misma: malas rachas y momentos buenos. Hoy estás arriba y mañana, muerto.
www.inquisitr.com |
James Fogle, Elcho, Wisconin, 1936 - Monroe, Washington, 2012. Comenzó su carrera delictiva los doce años. Pasó su adolescencia en reformatorios antes de ingresar en prisiones para adultos como consecuencia de los continuos asaltos a farmacias. Escribió varias novelas, Drugstore Cowboy fue publicada por el éxito conseguido por la adaptación cinematográfica de Gus Van Sant. Murió entre rejas a los setenta y cinco años, cumpliendo condena por el atraco a una farmacia de Seattle.
No hay comentarios :
Publicar un comentario