Noves dames del crim, a cura d'Anna Maria Villalonga

Noves dames del crim, a cura d'Anna Maria Villalonga. Barcelona: Llibres del Delicte, 2015. 213 páginas.

Tras el feliz acierto que supuso el libro Elles també maten, editado también por Llibres del Delicte en 2013, Anna Maria Villalonga ha puesto en marcha esta nueva selección de relatos negros, policíacos, tenebrosos en algunos casos, escritos por mujeres.
Como en la primera entrega, la variedad de temas (siempre con el crimen como excusa de la acción) y de estilos es el punto de interés sobre el que pivota la selección. Algunas de las autoras que aparecen nunca habían abordado (al menos publicado) el género negro, otras tienen un bagaje importante en la creación criminal.

La nómina es importante:
Isabel Clara-Simó, Rosa Ribas, Anna Moner, Isabel Franc, Elisenda Roca, Blanca Busquets, Roser Cabré-Verdiell, Montse Sanjuan, Sílvia Romero, Antonia Carré-Pons, Raquel Picolo, Gemma Pasqueal-Escrivà y Anna Maria Villalonga. 

El tema que más aparece es el del opresivo ambiente creado por las relaciones afectivas en todas sus variantes, desde la esposa engañada con otra mujer más joven hasta el maltrato físico, pasando por los estragos producidos por los celos y por el proceso de enloquecimiento ante cambios de hábitat (precioso el cuento de Ribas sobre el resplandor neorural).
Algunos se mueven entre lo inquietante y lo macabro (como la historia terrorífica de Moner, o la de la desasosegada adolescente de Cabré-Verdiell). Algunos tiran de la ironía o el humor sutil para conseguir el efecto paradójico deseado (como el espléndido cuento de Clara-Simó que abre la selección o el del cadáver que pesquisa su propio asesinato, de Sanjuan), otros optan por mostrar la cara femenina de la profesionalidad detectivesca, como en el caso de la detectiva de Franc o la de Roca o la de Romero.

En fin, una fantástica selección de gran variedad en la que algunos relatos brillan entre lo mejor de lo que se ha escrito en cuentos policiales en estos lares, en la que las protagonistas son todas mujeres (excepto en el caso de Villalonga, que es un señor violinista sin techo atrapado en el metro y en el alcoholismo) que toman armas para conseguir un lugar al sol a golpe de veneno o a sartenazo limpio. Hay que seguir animando a nuestras autoras para que cultiven el relato corto en un género tan idóneo como es el negro. Cuando hay talento, el chispazo de un buen cuento oscuro nos alegra todo el día.
Deleitar destruyendo.

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