Georges Simenon: El arriero de "La Providence"

Georges Simenon: El arriero de "La Providence". Barcelona: Acantilado, 2015. 136 páginas. Traducción del francés de Núria Petit. Título original: Le Charretier de "La Providence". 1931.
Maigret debe investigar el asesinato de una mujer cuyo cadáver aparece en un establo cerca de un canal de navegación de la cuenca del Marne. Los principales sospechosos son sus compañeros de tripulación del yate Southern Cross, que surca el canal. Su marido, sir Lampson, es un decadente alcohólico introvertido que se arruina entre sus amantes y sus singladuras. Willy, el acompañante principal del noble, es un joven crápula de la alta sociedad inglesa. Vladimir y madame Negretti son dos extravagantes buscavidas que han ido a parar a la barcaza tras oscuros avatares.
Pero tras las primeras investigaciones aparece asesinado el joven Willy y las sospechas de Maigret recaen sobre otra gabarra que recorre el canal: La Providence. Sus tripulantes son tan singulares como los del Southern Cross, aunque no parecen tener mucho en común con ellos: un modesto matrimonio de Bruselas con pocas aspiraciones y su arriero, Jean, un taciturno personaje que sólo quiere relacionarse con sus semovientes.
En el lluvioso paisaje del nordeste de Francia Maigret comienza el seguimiento de La Providence y la indagación en el pasado de sus navegantes.

Las novelas de Simenon, estén protagonizadas por Maigret o no, me producen siempre incomodidad. No se si se debe a los ambientes a menudo desabridos en los que se desenvuelve la acción. O a los personajes peculiares que las pueblan, pero no me puedo quitar de encima la desazón. Lo mismo me ha pasado con El arriero de "La Providence". Una novela centrada en un mundo desaparecido en nuestro país hace tiempo, el de las gabarras que navegaban los ríos y canales fluviales, pero que todavía existe, sin la importancia que tenía en el periodo de entreguerras en el que se desarrolla la acción, en la Europa central.
Simenon hace que Maigret, como siempre, se integre en el ambiente. Que observe a todos los protagonistas y que a través principalmente de conversaciones consiga hacerse un dibujo adecuado del entorno y de las acciones de los personajes. Su capacidad de empatía le permite resolver los casos sin forzar las situaciones.
Maigret es un espectador parcial de las debilidades humanas y de las relaciones de poder entre las personas. Interviene sutilmente en algunas ocasiones para conseguir un mundo más humanitario. Intenta que la mecánica de la profesión policial no convierta a los implicados en sus casos en meros objetos de investigación. Intenta que el poder del aparato de la justicia no aplaste sin miramientos a las víctimas y a los culpables. Simenon es consciente de las terribles consecuencias que tendría esta deshumanización en las dictaduras totalitarias que se estaban adueñando del continente: la obediencia y la eficacia técnica serían exhibidas como justificaciones para banalizar el mal. Pero Maigret no es un justiciero, es sólo un policía que intenta dulcificar este valle de lágrimas. Incómodo, pero imprescindible.

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Georges Simenon, Lieja, 1903 - Lausana, 1989. Es improbable que alguien llegue alguna vez a saber cuantas novelas y relatos llegó a publicar. Con su nombre, ciento noventa uno, pero bajo seudónimo un número desconocido. El total pasa de las quinientas publicaciones.
Hay una web oficial www.simenon.com y una página www.ulg.ac.be/libnet/simenon.htm en las que se puede consultar la obra y la vida de este polígrafo imparable, uno de los grandes escritores europeos del siglo XX.

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