Carlos Zanón: Taxi

Carlos Zanón: Taxi. Barcelona: Salamandra, 2017. 364 págs.

Sandino llaman a Jose, taxista de Barcelona. Sandino ha encontrado en el taxi la manera de estar siempre en marcha. De no estar anclado, aunque recorra siempre las mismas calles. A Sandino le gusta que le cuenten historias sean los clientes, o los libros, o la música.
Sandino tiene una pareja estable en forma de mujer a la que no hace ni caso. Sabe que tiene una conversación de ruptura pendiente con Lola. Pero a Sandino le horroriza el compromiso y la ruptura, huye sin rumbo en su taxi. Sin rumbo, pero de amante en amante. Ya les digo que a Sandino no le gusta anclarse.
De vez en cuando sube al Olimpo a por un café o una copa. Héctor es el amo del Olimpo, un exmosso al que es mejor tener como amigo, y que ahora subsiste con el bar y con el menudeo de droga. Sandino se siente atraído al bar por el recuerdo de Verónica, uno de los (muchos) grandes amores de su vida. Verónica abandonó a Sandino y a su marido cuando no pudo aguantar más la tensión de la doble relación. Su marido era Héctor, el exmosso peligroso.

Sandino tiene un transporte fijo, cada día lleva a las dos niñas, Valeria y Regina,  de una familia pija del opulento barrio de Viladrau al colegio. Sandino, cómo no, se ha enamorado -o algo así- de la madre, Nat. Necesita enrollarse para apaciguar la comezón insoportable.

Sandino no tiene muchos amigos entre los taxistas. Sería más correcto que sólo tiene una, Sofía, cuya sabiduría proviene de su asexualidad declarada. Desde luego no demuestra mucha inteligencia cuando se queda con el alijo de pastis y pasta que unos tipos que han pasado a mejor vida se dejaron en su taxi. A los dueños del cargamento no les cuadra eso de que ha llevado a los mossos el hallazgo. Quieren que se les devuelva hasta el último euro y hasta la última pastilla.
A Sandino no le queda más remedio que echarle una mano en la arriesgada misión de convencer a los traficantes. Cuenta para ello con la alucinada presencia de Jesús, un extraño sujeto fuera de la realidad al que ha conocido intentando resucitar al hijo muerto de una anciana. Con eso, con su conocimiento de las calles y con su arrojo -que crece en contacto con unas cuantas sustancias químicas que Sandino conoce bien-.
Sandino cree que lo mejor es que Sofía desaparezca de Barcelona haciendo de choferesa del hermano pequeño de su amigo Ahmed. Tiene que pasar discretamente la frontera hacia Francia. Él se quedará en la ciudad resolvéndolo todo.

No va a ser fácil moverse con agilidad por el mundo nocturno de la droga barcelonés. Pero Sandino tiene un plan: liarlo todo para que del caos se reestablezca el orden. Pero ya se sabe que las catástrofes pueden arrastrar a involuntarias víctimas. Va a tener que que sobrevivir a una tremenda tempestad antes de arribar a salvo.



Le interesa a Carlos Zanón descubrir cómo sus personajes interpretan la realidad que les rodea a partir de sus referencias culturales. Construye en cada novela, en cada cuento, una mitología a partir de música rock, de literatura, de películas clásicas de Hollywood, de bares nocturnos y otros antros, de estupefacientes y alcohol. Estas son las herramientas con las que los protagonistas se explican la vida. En Taxi, además, Zanón hace un guiño a la mitología grecorromana y bautiza personajes y lugares con nombres como Olimpo, Héctor, Sofía... Junto a ellos múltiples referencias musicales, destacando, claro, el tributo a Sandinista! de The Clash: los siete días que estructuran la novela vienen divididos en capítulos nombrados con los títulos de las canciones de aquel disco. Y también referencias a tebeos y a multitud de genios de la literatura: Cheever, Manchette, Delillo...

Una semana necesita Zanón para referir el periplo del taxista Sandino, un navegante sin puerto aquejado de insatisfacción. No consigue calmar su ansiedad afectiva ni vital. Tampoco es capaz de expresar sus sentimientos ni sus necesidades. Parece aquejado de donjuanismo y es un adolescente entrado en años que cree que el próximo amor será el gran amor que acabe con su zozobra. Vaga por la Barcelona contemporánea, anterior a los atentados y anterior a los guarrazos propiciados por las fuerzas del orden buscando amores y aventuras inciertas para intentar sosegar su congoja, es por eso por lo que siempre acaba en las situaciones más complicadas.

Pero la historia del protagonista no es la única de esta novela. Hay unas cuantas aventuras interpretadas por un puñado de personajes excelentes. Entre ellas está la de Jesús, el taumaturgo dependiente de la medicación química y la de Lucía, la abuela de Sandino: un cuento hermoso e inquietante dentro de la narración. El cuento de la hipocresía y la mojigatería opresora.
Hay más en esta novela: una trama sacada adelante con pericia y buenos personajes secundarios con vidas propias; estupendas escenas -como la de la discusión de Sandino y su colega Sofía- y ganas de hablar de muchas cosas, aunque consiguiendo un cuento coherente, un muy buen cuento de Carlos Zanón.





rtve.es
Carlos Zanón, Barcelona, 1966. Se licenció en derecho y ha publicado varios libros de poemas, así como guiones y artículos de crítica literaria en diarios como El País. En la actualidad es el director del festival de literatura policíaca BCNegra y prepara el regreso del detective Pepe Carvalho.


Su producción de novelas:
Nadie ama a un hombre bueno. Girona: Quadrivium, 2008.
Tarde, mal y nunca. Barcelona: RBA, 2009.
No llames a casa. Barcelona: RBA, 2012.
Yo fuí Johnny Thunders. Barcelona: RBA, 2014.
Marley estaba muerto. Barcelona: RBA, 2015.
Ha ganado los premios Brigada 21, Valencia Negra, Salamanca Negra 2014, Novelpol 2015 y Dashiell Hammett 2015.

2 comentarios :

  1. Desde que leí "Yo fui Johnny Thunders", me aficioné a este autor. Con "Marley estaba muerto" me cautivó por completo. No pienso perderme ninguna de sus novelas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Hay que seguir a Carlos Zanón como narrador y como poeta.

    ResponderEliminar