Ottessa Moshfegh: Mi nombre era Eileen

Ottessa Moshfegh: Mi nombre era Eileen. Barcelona: Alfaguara, 2017. 276 páginas- Traducción del inglés (USA) de Damià Alou. Título original: Eileen. London: Penguin, 2016. 


El plan de Eileen Dunlop es escapar de la ciudad de X-Ville lo antes posible. Huir del caserón desolado que comparte con su padre -un expolicía alcóholico- y del trabajo administrativo en el correccional de menores de Moorehead. 

Eileen no es la persona más sociable del mundo. De hecho es una inadaptada en forma de saco de trastornos. Trastorno afectivo, trastorno alimenticio, falta de habilidades sociales, adicción al alcohol, cleptomanía, por citar sólo los que ahora me vienen a la cabeza. Lo que Eileen pretende es huir de sí misma y transformarse en otra persona. Pero siempre surge un imprevisto que le impide alcanzar su objetivo. Bueno, más que alcanzarlo comenzar a ponerlo en práctica.

Pero un día aparece en las oficinas del correccional la nueva psicóloga, la deslumbrante Rebecca Saint John. La fascinación que produce en Eileen será el detonante que la decidirá a llegar hasta el final.

La Saint John tampoco es que ande muy fina en cuanto a comportamiento mesurado, no es el momento de hacer una diagnosis, pero desde luego el sentido de justicia vengadora lo tiene hiperdesarrollado. Y la capacidad de manipular a su entorno también.

Entre la temeridad irreflexiva de una de ellas y la necesidad de afecto e incapacidad de discernir entre el bien y el mal de la otra, van a conseguir montar un lío de enormes proporciones. Aunque sus intenciones son más o menos nobles sus métodos son muy peligrosos. 


Ottessa Moshfegh utiliza a una Eileen madura como narradora. Hace muchos años que sucedieron los hechos que ahora evoca. Tal como deseaba se ha convertido en otra persona. Parece haber dejado atrás parte de sus complejos, o al menos ha sabido disimularlos para convivir con el resto de los consumidores. 

Eileen describe los momentos y causas que antecedieron a su huida. Describe hasta detalles nimios, escatológicos, escabrosos en ocasiones, para demostrar el tipo de persona que era y lo acertado de su decisión de cambiar. Se enjuicia a sí misma con severidad aunque no puede dejar de compartir en algunas ocasiones el chalado punto de vista de su anterior ego. Tal vez es lo que lo echa un poco de menos.

Moshfegh ha creado con habilidad unos personajes que se mueven en el límite de lo socialmente aceptado como normalidad (de hecho cruzan la línea hacia lo insólito con cierta asiduidad). Son personajes que no habrían desentonado junto al imbatible Ignatius J. Reilly de La conjura de los necios.  Ironía, mala leche y un punto gore son los alicientes que utiliza la autora para que el lector siga las peripecias del desastre en que se ha convertido la protagonista, o los protagonistas, mejor dicho. Sólo hay tres personajes en la novela, el resto apenas son cameos necesarios, pero los tres son tremendos inadaptados con mundos propios. Y los tres quieren gobernar su territorio aunque no saben muy bien como hacerlo. E improvisar es todo un arte.

Divertida, ácida, original y sin complejos esta huida hacia delante de la inclasificable Eileen Dunlop.


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Ottessa Moshfegh, Boston 1981. Escritora de cuentos y novelas, ha publicado relatos en The Paris Review y la novela McGlue. Con Eileen ganó el premio PEN/Hemingway al mejor debut literario 2016 y ha sido nominada al premio Man Booker.

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